Dicen que cuando uno no está acostumbrado a un determinado escenario lo vive de una manera mucho más intensa que el que sí que lo está. De ahí que unos seres humanos sean capaces de soportar según qué situaciones que otros se derrumbarían al primer segundo de empezar a experimentarlas.

Algo parecido a esto debe ser lo que ha sentido en sus propias carnes la conocida como Princesa del pueblo después de que, por una vez, haya sido ella la que ha acabado destrozada empapada en su llanto después de que alguien le haya cantado las cuarenta sin que nadie ni nada haya intercedido para evitar que protagonizara una escena nunca antes vista en Sálvame.

Esta tuvo lugar en el programa en el que trabaja, donde ahora también forma parte como colaborador uno de sus muchos enemigos que esta tiene dentro de la cadena en la que trabaja como es Óscar Lozano. Un tipo que tiene las espaldas anchas y que está acostumbrado a pelear por su pan y a enfrentarse a quien sea, incluso a hacerlo contra una persona a la que varios famosos le acusan de haber vetado su vuelta a Telecinco para distintos proyectos como es Belén Esteban.

El nuevo defensor del espectador tiene una función de lo más peligrosa. A pesar de ser el último en llegar es el que tiene que poner los puntos sobre las íes a los tertulianos del programa diciéndoles lo que la audiencia piensa sobre ellos y sobre lo que dicen y hacen y decírselo a la cara.

Algo que, a la vista de sus primeras apariciones en antena, no gusta ni un poquito a varios de los pesos pesados de este programa.

Situación que quedaba patente cuando Carlos Lozano, en un papel que a menudo recuerda al Risto Mejide más ácido, se dirigió a la de San Blas para comentar que no eran pocos los que criticaban que algunos en el programa vendieran sus vidas al completo.

El mensaje era recibido al instante por la rubia más famosa de España que no tardaba en saltar como un resorte.

El llanto de Belén Esteban

Su respuesta fue contundente a la espera de ver cómo la encajaba Lozano: "Nadie tiene que venir a decirnos que vendemos nuestras mi...das" asegurando que él también las vendía, lo que rápidamente era negado por el nuevo azote de los trabajadores de Sálvame y Sábado Deluxe.

Después de recordarle a la dirección del programa que "no iba a permitir" ciertas cosas echaba a llorar como una niña pequeña ofendida y sabedora de que quizás le estaban diciendo las verdades del barquero y que, aunque sea lucrativo, a veces pasa varias fronteras por dinero. El dolor en su interior se hacía visible a través de su llanto.