De nuevo “Sálvame” protagoniza una huida hacia adelante tratando de hacer creer al ingenuo espectador que todavía les sigue (esas estupendas señoras y señores mayores a los que Jorge Javier tuvo la indecencia de decir que llevan la muerte en la cara y que por lo tanto no deben criticarle sino hacer las paces con San Pedro) que han sido los triunfadores en Nochevieja y que el esperpento que protagonizaron les valió un seguimiento masivo, cuando sus campanadas no pasaron del 8%, las menos vistas en doce años, ni más ni menos.

Esa es la realidad. Las “Stars” que precedieron al momento álgido de la noche no pasaron del 10% de share y es que no había quien se tragase un espectáculo tan cutre, rancio y vulgar.

Nunca entenderemos que esas ahora “viejas glorias” que tantos buenos momentos musicales han dado a este país, se hayan prestado a semejante mamarrachada.

Muchos nervios y poca profesionalidad

Para dar las campanadas en masa, hace falta una gran coordinación, unos egos controlados o mejor incluso inexistentes y mucha profesionalidad.

Todo eso brilló por su ausencia. Vimos por ejemplo a María Patiño tratando de imitar a Cristina Pedroche con unas transparencias y un escote de vértigo con el que lucir su reciente operación estética. A Terelu Campos de blanco virginal, con un vestido que parecía de novia en segundas nupcias.

A Lydia Lozano, elegante sí, pero tan nerviosa que destrozó la cola de un vestido que no estaba preparada para lucir y amenizó la velada con un ataque de nervios que la hizo llorar, para no perder la costumbre.

A Mila Ximénez vestida y maquillada de cortesana emergente y a Kiko Hernández de croupier de casino de extra radio. Era todo un espectáculo de cadena venida a menos.

Las campanadas en sí, resultaron atropelladas, desangeladas y faltas de chispa.

Los auténticos triunfadores

Nada que ver con la elegancia de Anne Igartiburu y la simpatía de Ramón García.

Resultado, un 41,2% y dos millones más de espectadores respecto a 2016. ¡Eso es triunfar señores!

También triunfaron Cristina Pedroche, espectacular con unas transparencias de encaje blanco que dejaban poco a la imaginación ( nada que ver con Patiño) y el chef Alberto Chicote en Antena 3 (esa que llamaban despectivamente “la cadena triste”) Se colocaron en la segunda posición con un 21,8% de share y un aumento de 4,5 puntos respecto al 2016.

¡Eso también es triunfar!

La "cadena triste" hace tiempo que se ríe en la cara de Mediaset que aunque han liderado el año, lo ha hecho a la baja y el pronóstico es que seguirán cayendo si se empeñan en no cambiar de contenidos, colaboradores y desde luego en seguir mintiendo tan descaradamente.

La audiencia está hasta la peineta de Telecinco en general y de “Sálvame” en particular y que hayan pretendido hacerles ver lo negro blanco no presagia nada bueno para la que ya se viene llamando popularmente “Telecirco”. Se avecina tormenta.

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