Sin duda alguna, la presente edición de Supervivientes está siendo una de las más completas sin que falten rencillas, broncas, intentos de agresión, informaciones de fuera que alteran el concurso y todo tipo de historietas internas entre los "robinsones" que se encaminan ya a su tercer mes de aislamiento en la isla perdida de Honduras. Uno de los últimos pasajes que posiblemente más den que hablar y más se recuerden del tramo final de SV 2017 es el que tiene a cuatro de sus todavía concursantes como protagonistas y a José Luis y Alejandro, compañeros inseparables, como auténticas estrellas.

La comida está siempre presente en Supervivientes

Los hechos se remontan a hace una semana cuando Alba Carrillo y Laura Matamoros se hicieron acreedoras de una jugosa recompensa tan valorada en este concurso como es la comida. Ambas disponían de una pizza grande que podían repartir entre sus compañeros o comerse solas entre ellas. La decisión de ambas ya la conocerán: fue la de no repartir ni los bordes con el resto de participantes que siguen en la lucha por el triunfo.

Una decisión que les supuso una serie de reprobaciones, tanto del plató como de los propios concursantes, que no entendían la avaricia y la inquina con la que estaban tratando a sus compañeros que, más allá de ser rivales por conseguir el maletín con los 200.000 euros, estaban necesitados de algo de energía para seguir adelante.

En las últimas horas las tornas se cambiaban. Ahora, los que iban a recoger un privilegio eran José Luis y Alejandro Caracuel, quienes después de alejarse del grupo encaminándose hacia el interior de la isla recibían un mensaje y un objeto. En la carta se les indicaba que tendrían el privilegio de poder hacer uso de un chisquero que permite hacer fuego tras muchos días de frío, además de subrayarles que podían evitar que este fuera usado por uno o varios miembros del grupo.

Alejandro y José Luis, sin rencor hacia nadie

Lejos de recordar lo que sucedía hace muy poco tiempo y que les dejó de lo más tocados, dada su pérdida de peso y su necesidad de coger algo de energía para afrontar la supervivencia, tanto Alejandro Caracuel como José Luis decidieron que no habría penalizados y que todos, sin excepciones, de los que estaban en esta fase final de concurso disfrutaran de su uso y, por ende, poder disfrutar de comida caliente.

Una decisión que pone en valor el concurso de unos y otros y que se erige como una auténtica lección de compañerismo y vida de la que quizás hayan tomado nota Laura y Alba. Alex y José tienen la conciencia muy tranquila.