En la última gala de Tierra de Nadie los concursantes se enfrentaban a una prueba de recompensas “envenenadas” en la que a cambio de comida serían víctimas de algún tipo de dificultad. En el caso de la italiana aceptó sin pensárselo dos veces pasar una semana en un espacio denominado "corralito" a cambio de un trozo de pizza.

Descontenta con el veneno de su recompensa

Como viene siendo habitual en Paola, las quejas y el arrepentimiento no tardaron en llegar durante la última gala de Supervivientes. Por alguna extraña razón la concursante pensaba que el corralito sería algo similar a la estructura de madera que tenía cuando era zombi.

¿En qué consistía realmente el corralito? Pues en un simple cuadrado de arena de poco más de un metro delimitado con unas cuerdas. Ante una estructura tan básica y la posibilidad de lluvia acechando, la autora del baile del cangrejo decidió construir un sencillo parapeto para protegerse con la ayuda de su asistente, Laura Matamoros.

Las quejas y la dejadez de la ganadora de Gran Hermano VIP, incapaz de dejar su sándwich XXL para ayudar a colocar una lona a Paola, no solo han dificultado la de por sí complicada tarea de mejorar el refugio sino que su negatividad ha acabado haciendo mella en los ánimos de la italiana. Unos ánimos cada vez más negativos.

Sancionada por saltarse las normas

Si algo caracteriza a Paola Caruso es que no se calla absolutamente nada.

Si alguna cosa le parece injusta o no le gusta, no duda en soltarlo sin tapujos y así fue con su decepción hacia el corralito. Una sarta de quejas acompañadas a su vez del incumplimiento de la única norma impuesta por la organización “No salir del corralito”.

Norma que incumplió un total de 34 veces. Ante tal pasotismo hacia las reglas del programa recibió una sanción similar, aunque de menos duración, al veneno de Alejandro Caracuel.

Un día entero con los ojos tapados y con el aviso de que si volvía a incumplir la norma de no salir tendría que usar las gafas oscuras una semana entera.

Despreciada por sus compañeros

Las constantes quejas de Paola empiezan a hacer mella en su relación con el resto de concursantes, que nunca había sido del todo buena. Sus compañeros se mostraron en todo momento incapaces de empatizar con su situación de desamparo frente a la lluvia.

Concretamente, Iván ha llegado a decir con un tono muy crítico que se lo había buscado, demostrando así un doble rasero del viceverso. Hay que recordar que Iván no paró de quejarse cuando aceptó cortarse el pelo a cambio de los bocadillos de calamares.

Paola ha perdido además el apoyo de su hasta entonces paño de lágrimas, Alba Carrillo, que declaraba haberse cansado de su negatividad. Un cambio radical de actitud por parte de la modelo con respecto a las anteriores galas, en las que se daban siempre ánimos la una a la otra, a la vez que dejaban momentos de complicidad muy divertidos.

Al disgusto de la sanción se le sumó al final de la gala la nominación, al convertirse en uno de los 3 nominados junto a Alba Carrillo y Juan Miguel, enfrentándose así a una posible tercera expulsión tras resucitar y regresar dos veces al concurso como concursante de pleno derecho.

Ante semejante panorama solo queda preguntarse: ¿Conseguirá la nominación hacer resurgir a la Paola más divertida? ¿Es recuperable su amistad con Alba? ¿Reaparecería la mejor versión de Paola si se fuera al palafito?

Suceda lo que suceda, con el bajón anímico de la italiana, el cambio de actitud de Alba y la falta de valentía para posicionarse de Juan Miguel se prevé una expulsión muy igualada.