Cada vez está más complicado encontrar un lugar para fumar para los fumadores empedernidos. Las largas jornadas encerrados en espacios en los que no hay terrazas o lugares destinados a encender un cigarrillo están complicado la vida a muchos fumadores que, a pesar de que las restricciones a su hábito no dejan de multiplicarse, siguen amorrados a las barritas de nicotina. Ese bien podría ser el caso de una de las colaboradoras televisivas más conocidas de la televisión actual, como es la periodista Mila Ximénez, quien tras su paso por el quirófano para disfrutar de una apariencia más juvenil dejando atrás las notorias arrugas que marcaban su rostro, sigue sin dejar de fumar.

Al menos eso es lo que demuestran varias de las imágenes que se han venido publicando con la ex mujer de Manolo Santana como protagonista consorte junto a algún cigarrillo que otro de marras.Unas instantáneas que, no obstante, no tienen nada de raro ni de punible. Sin embargo otras, como la que ha empezado a dar vueltas por las redes sociales y que muestran a Mila Ximénez fumando en un espacio cerrado como es el plató de Sálvame, sí que lo tienen. Y es que cabe recordar que la Ley Antitabaco que impera en el estado español impide que esto se produzca, bajo multa para quien ose saltarse la legislación vigente.

Algo que parece no importar mucho a Ximénez ni al equipo del programa, quien parece estar acostumbrada a hacerlo, a tenor de la pose con la que esta disfruta de su cigarrillo y de la pasividad del equipo que sabe que esta está realizando algo prohibido. Al parecer, esta no sería ni la primera ni la última vez. A tenor de la publicación de esta fotografía que se puede ver en la página de Facebook "Eje del Mal", y teniendo en cuenta la legislación actual de la Comunidad de Madrid al respecto, a Mila Ximénez le podría caer una multa de un mínimo de 30 euros por cada cigarrillo que se encendiese en presencia de una autoridad competente.

La multa a la que se enfretaría Mila por fumar en un espacio cerrado

Una cantidad que parece exigua, pero que puede llevar a un fumador empedernido a pagar 600 euros diarios de fumarse un paquete entero en una oficina, un lugar de trabajo o en cualquier superficie cerrada que no disponga de una cámara construida específicamente para que se fume dentro.

Imaginamos que, pese a todo, Mila no tendrá ninguna intención de dejar de fumar. Y en su derecho está. Eso sí, tanto ella como todo el mundo debería cumplir las leyes. Solo faltaba.