"No quiero pertenecer a un club que me admita como socio" es la frase de Groucho Marx con la que Woody Allen, en un monólogo mirando a la cámara, y por lo tanto a los espectadores, comienza la película. Esa ruptura de la "cuarta pared" fue también una ruptura con todo lo anterior. No solo con el universo particular del neoyorkino sino también con la historia del Cine.

Woody Allen era un cómico de televisión y uno de los precursores de la "stand-up comedy" tan popularizada en programas posteriores como "Saturday Night Live". En realidad era un gran intelectual que no quiso terminar la universidad porque le aburrían las clases.

En estos programas se hizo gran fama como guionista y actor a pesar de su gran timidez. Esta parte de su biografía la muestra en Annie Hall cuando ha de escribir chistes para un cómico de escasa gracia por su indecisión a dar la cara en un escenario.

Tras convertirse en una celebridad en el humor, se le dio la oportunidad de escribir su primera película. Se trató de "What's New Pussycat?", famosa por la canción homónima de Tom Jones. Era una comedia basada en la azarosa vida sentimental de Warren Beatty que este se negó a protagonizar a última hora, siendo reemplazado por Peter O'Toole y estuvo acompañado en sus intérpretes por el gran Peter Sellers y el mismo Allen. El film pretendía ser una parodia sobre las relaciones chico conoce a chica, pero Woody acabó muy enfadado con el resultado ya que según este, el director Clive Donner no entendió nada de lo que el entonces guionista pretendía contar.

A pesar de esto, es una película muy a reivindicar.

Para ponerle remedio a este mal, el de Brooklyn decidió no solo escribir y protagonizar sus filmes (como en "Sueños de Seductor" de Herbert Ross) sino también dirigirlos, equiparándose a Charlie Chaplin u Orson Welles. Aunque esa relación de Allen como actor, se terminó convirtiendo en una extensión de su persona o eterno personaje más que una interpretación propiamente dicha, como bien comprendió más tarde Clint Eastwood en su también doble faceta.

A partir de aquí hizo las estupendas comedias absurdas: "Toma el dinero y Corre" (1969), "Bananas" (1971), "Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo, pero nunca se atrevió a preguntar" (1972), "El Dormilón" (1973) y "La última noche de Boris Grushenko" (1975). Con estas películas se convirtió en un heredero del humor de los hermanos Marx, es decir: De las situaciones extravagantes, los argumentos, personajes e historias surrealistas que hicieron las delicias del público y le convirtieron en una estrella.

Sin embargo Woody deseaba hacer otro tipo de cine, algo más trascendente como lo que hacían sus adorados directores europeos (Fellini, Bergman o Buñuel), por lo que escribió una historia en la que mezclaría su mayor talento cómico con un argumento que hablaría sobre las dificultosas relaciones de pareja. Para ello se decidió a contar su propia historia y la de su pareja de entonces y actriz protagonista Diane Keaton (de nombre real Diane Hall) estableciendo un paralelismo vital entre el ser humano y el escritor, muy valiente y poco usual para la época.

Para ello crea a Alvy Singer, su álter ego, que habla directamente con el público para decirle cosas, como que las relaciones de pareja le parecen como el viejo chiste del hombre que va a ver a su médico y le dice que su hermano se cree una gallina.

El doctor le repone que lo internen en un sanatorio, pero el hombre le responde que no puede, porque "necesitan los huevos". O cuando Alvy discute abiertamente con Annie sobre su período en la cola del cine esperando a ver una peli de Bergman mientras escucha unas absurdas opiniones sobre Fellini y Marshall McLuhan por parte de otro espectador con el que comienza a discutir, hasta que aparece el propio McLuhan contradiciendo al contendiente del protagonista. En realidad iba a ser Luis Buñuel el que iba a ser partícipe en esta broma, pero el genio de Calanda se negó. El film está lleno de momentos mágicos como cuando Woody se convierte en un dibujo animado para interaccionar con la madrastra de Blancanieves, su fobia a las langostas vivas o sus burlas a la ciudad de Los Angeles.

También tomó medidas muy arriesgadas como director cuando decidió contratar como director de fotografía al gran Gordon Willis, quién era conocido como "el príncipe de las tinieblas" por su trabajo visual bastante oscuro en películas como "El Padrino" y no se pensaba que podía aportar mucho a una comedia. Pues bien, su labor en cámara fresco y ágil tanto en luz como en movimientos fue el perfecto complemento al talento de la historia de Allen, convirtiéndose en revolucionario y pronto emulado.

No se puede olvidar a la maravillosa Diane Keaton, quién como epicentro y antagonista de la historia ofrece una interpretación inolvidable como esa Annie, tímida y divertida que viste con corbata y chaleco (idea de la propia Keaton) y se comporta con independencia e inteligencia, mostrándose como una mujer moderna y precursora.

Se podrían decir muchísimas cosas más, pero sería imposible relatarlas todas. Pero lo que se puede dejar claro es que hubo un "antes y un después" en la historia del cine y se modernizó la comedia sentimental de Billy Wilder y Howard Hawks, para convertirla en lo que luego se llamó "comedia romántica" imitada hasta la saciedad con menor fortuna durante estos cuarenta años siguientes, que dio paso a una de las carreras más importantes cinematográficas y uno de los directores más interesantes que nos ha dado el séptimo arte (aunque nos halla fallado un poco los últimos años).

Al film le dieron cuatro Oscar, a la mejor película, el mejor director, la mejor actriz protagonista y mejor guión. Woody no fue a recogerlos porque nunca ha tenido demasiado interés en los premios.

Por esto mismo la academia, en venganza nunca le ha vuelto a premiar con galardones tan importantes. Aunque personalmente dudo que al genio de Nueva York le importe mucho, ya que como dice su personaje de "Annie Hall", en Los Angeles "solo se dan premios" y parafraseando su chiste, algún día le van a dar el premio de mejor dictador fascista a Adolf Hitler.