Era hace veinte años cuando una joven chica de 22 años desconocida para el gran público, se convertía en la novia oficial del torero más deseado del momento, Jesulín de Ubrique. Una joven rubia de San Blas, con cara angelical, pasaba a ser una de las chicas más envidiadas de España.

Dos años después, la chica de barrio comienzan los problemas con el padre de su hija y arranca una carrera televisiva que le traería tantos lucros a nivel económico como problemas de todo tipo. Durante los siguientes tres años por la pequeña pantalla pasa por la televisión una chica jovial, guapa y natural que, sin embargo, en 1999 tendrá un punto y a parte.

La nueva Princesa del Pueblo empieza a sabérselas todas en la televisión y, con algún complejo encima, decide realizarse su primera cirugía que ya cambia su rostro natural. En el año 2000, esta aparece embarazada en televisión, en un año en el que cuida especialmente su imagen y cómo se luce ante las cámaras.

Ya en 2002 se empieza a ver que algo pasa en su vida. Su rostro empieza a deteriorarse y las alarmas saltan en su entorno, a medida que las ojeras y su peso empiezan a caer como la gravedad, también arranca un carrusel de retoques estéticos de todo tipo, boca, nariz, pómulos... su deterioro físico por culpa de sus problemas los trataba de maquillar a golpe de quirófano. Nada más lejos de la realidad.

El año 2006 es un año que marca también su vida. Pierde a su padre. Dos años después se casa y otros dos después se separa, arrancando el momento más delicado de su vida. Las malas compañías ya la rodean y pronto empieza a tomar una deriva de la que le costará salir.

Es en 2009 cuando esta decide volver a comenzar con retoques viéndose en 2010, cuando dio las campanadas, una mujer abatida por su adicción con una mirada triste gritando la ayuda que le llegaría de su entorno y, como ella misma ha reconocido, también de sus jefes.

Empieza su salvación.De lo que sucedió entonces a lo que conocemos hoy de ella, ya lo saben todo. Malos momentos que por suerte lograba dejar atrás encontrando la estabilidad sentimental, laboral e interior formando una familia y unas amistades de las que se siente tan orgullosa, y no es para menos, Belén.

Poco a poco empieza a tomar peso y decide volver a arreglarse la nariz, ponerse botox y empezar a parecerse a la Belén Esteban de hoy en día. Una mujer recuperada y feliz, salvo por sus problemas con Hacienda. Del mal, parece ya el menos.