Si de algo pueden presumir los actores estadounidenses es de su magnífica formación en este trabajo y es que nada se les pone por delante a Emma Stone y Ryan Gosling a la hora de cantar, bailar y actuar frente a la cámara. No son los primeros que vemos hacer esto. Ewan McGregor y Nicole Kidman ya se lucieron en un magnifico Moulin Rouge! (2001, B. Luhrmann) o Hugh Jackman y Russell Crowe en Los miserables (2012, T. Hooper). Sin duda el talento sale a raudales de la pantalla cuando de musicales trata el tema. En este tipo de cintas el argumento suele girar en torno a una historia romántica.

La La Land – La ciudad de las estrellas no podía ser menos y nos presenta a sus protagonistas en una, no muy original, situación romántica. Eso no quita que la historia, en su conjunto, deje ser agradable con pequeños tintes agridulces que no dejara indiferente a nadie y mucho menos en su magnífico tramo final.

Está claro que la música es un protagonista más en las películas de este joven cineasta estadounidense. El esqueleto de la cinta esta articulado gracias a la bella banda sonora orquestada por Justin Hurwitz, que anteriormente trabajo con Chazelle en Whiplash. Desde el inicio de la acción ya vemos como un gigantesco baile corta una autopista de Los Ángeles, en ese momento la música de la película ya se hace presente y empieza a conducir el argumento a través de magistrales golpes de orquesta.

Todo eso acompañado de bailes que nos recuerdan a las míticas danzas de claqué protagonizadas por Gene Kelly y Ginger Rogers en Sombrero de copa (1935, M. Sandrich). Tampoco faltan las escenas en diferentes localizaciones emblemáticas de la historia del cine; como el observatorio Griffith, donde un joven James Dean daba los buenos días al amanecer de Los Ángeles en Rebelde sin causa (1955, N.

Ray). Sin duda alguna La La Land – La ciudad de las estrellas es todo un homenaje al cine clásico… y quizá ese es su mayor defecto.

Seamos sinceros y preguntémonos cual es porcentaje de público que acudió a ver La La Land – La ciudad de las estrellas con los conocimientos necesarios para darse cuenta de los guiños que hace esta película.

Por desgracia más de la mitad del publico posiblemente solo vea un musical bien ejecutado y atractivo para los sentidos, pero nada más. Con esto no quiero decir que no sea una película para todos los públicos. Pero sí que me quejo a la hora de pensar que este film no se disfruta tanto si no tienes los conocimientos de cine apropiados para ello. A simple vista no es un gran fallo, pero está claro que la cinta está hecha para encandilar a los jurados de festivales y entregas de premios, en este aspecto puede volverse un poco presuntuosa. Quizá por eso solo logró 6 de los 14 Óscars a los que estaba nominada. Por todo esto La la land no es perfecta, pero nadie nos quitara el regalo que nos ha hecho la última obra de Chazelle, el sentimiento de volver a soñar con los antiguos musicales.