Si ser padre por la vía natural no es nada barato, mucho menos lo es serlo a través de alguno de los distintos métodos alternativos como lo pueden ser la fecundación in vitro, la fecundación de óvulos vitrificados o, como se está poniendo de moda más últimamente, a través de la gestación subrogada, comúnmente conocida como 'vientre de alquiler'.

Un mecanismo para poder convertirse en padre soltero al que han recurrido famosos de la talla de Ricky Martin, Cristiano Ronaldo, y más cerca Tamara Gorro o Jaime Cantizano, quienes se convertían en padres en los últimos meses gracias a la posibilidad legal que resulta en determinados países que permiten que una madre mayor de edad y en estado fértil albergue en su vientre un hijo que será donado después del parto al padre y cliente de alguna de estas cada vez más importantes clínicas.

Kiko Hernández, reciente padre por partida doble, ha sido el último.

Proceso sólo apto para bolsillo pudientes, tal y como ha revelado la publicación 'Periodista Digital' haciéndose eco de la información de Inforalia que tasaba los costes de una gestación subrogada en 120.000 euros si esta se produce en Estados Unidos, donde casi todos los famosos acuden en busca de un bebé en alguna de las muchas clínicas especializadas y de primer orden de la primera potencia económica mundial, y que se rebaja hasta los 60.000 euros en su vecina México, y hasta los 50.000 en la europea Ucrania, donde los españoles menos pudientes están acudiendo en cada vez mayor medida.

Cantidades que engloban toda una serie de pagos como lo son a la madre gestora, quedándose esta la mayor parte del pastel, pero que también debe llenar los bolsillos de la agencia profesional de gestación subrogada, además de los papeles y asuntos burocráticos con el pago de tasas y abogados.

Además, a estas, se le deberían sumar los viajes particulares de los futuros padres a estas clínicas, y por supuesto, los derivados de la llegada de un nuevo miembro a la familia como es la adecuación de una habitación, los juguetes, la ropa, la comida, la guardería etcétera, elevando hasta los casi 200.000 euros a aquellos que, para esto, no miran la billetera. Sin duda, un dinero.