¿Te has sometido alguna vez al ayuno de, al menos, un día con la intención de compensar alguna comilona? Aunque siempre es preferible contar con el visto bueno o la supervisión de un especialista, son muchos los estudios que demuestran el poder sanador del ayuno voluntario, especialmente en enfermos de cáncer.

¿Qué dicen las investigaciones?

Aunque son varios los estudios al respecto, el más reciente es el liderado por el oncólogo Manuel Serrano en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de Madrid. Sus estudios clínicos en ratones con tumores señalan que el ayuno de varios días estimula la producción del gen P21, conocido por su capacidad para combatir los tumores.

Este gen detiene la proliferación celular en el cabello, los intestinos o la médula espinal, que son precisamente los órganos más afectados por la quimioterapia.

En este sentido, el equipo del doctor Manuel Serrano ha observado que el sistema inmunológico de los ratones privados de alimento despierta de su letargo destruyendo las células enfermas por el cáncer de piel o de mama. Además, el tratamiento de quimioterapia es mejor asimilado y la recuperación de los efectos secundarios más rápida en comparación con los ratones bien alimentados.

¿Por qué es beneficioso el ayuno?

Al margen de las consideraciones regeneradoras o depurativas que las religiones o corrientes espirituales le confieren al ayuno, desde un punto de vista meramente médico-científico se ha constatado el impacto del ayuno en el incremento de la longevidad y en la preservación de la salud.

Son muchos los investigadores del envejecimiento y los oncólogos que han analizado los efectos de la dieta basada exclusivamente en agua o con un 60 % menos de calorías que la dieta convencional, recomendada por la Organización Mundial de la Salud.

El Colegio estadounidense de Cardiología o el equipo de Valter Longo de la Universidad del sur de California son solo algunos ejemplos de los estudios practicados hasta ahora y que arrojan conclusiones coincidentes:

  • El ayuno de varios días reduce la probabilidad de padecer diabetes, hipercolesterolemia o enfermedades cardiovasculares, en este último caso en un 39 %.

La explicación es sencilla: cuando sometemos a nuestro cuerpo a la ausencia o disminución drástica de los nutrientes el metabilismo se altera incrementando las tasas de colesterol, tanto del LDL (el malo) como del HDL (el bueno), ya que es su manera de lograr la energía que necesita desde las reservas de grasa y no a partir de la glucosa.

En consecuencia, los adipocitos o células grasas disminuyen, al igual que la resistencia a la insulina.

El estrés que soporta el metabolismo activa esta autofagia que conlleva la erradicación de las células más viejas o defectuosas y que atisba ciertas esperanzas para paliar los síntomas de patologías metabólicas tan severas como el Alzheimer, el Parkinson o la esclerosis múltiple.

A la espera de nuevas conclusiones, los estudios iniciados auguran un horizonte prometedor en la lucha contra el cáncer o las demencias degenerativas empleando el ayuno como complemento al tratamiento farmacológico.

Así que, aunque ya sabes que lo más saludable es siempre la moderación, si en estas navidades cometes algún que otro exceso, el ayuno puede ser tu mejor aliado frente al envejecimiento, la grasa abdominal y como preventivo de la diabetes o las miocardiopatías.