Si introduces la palabra “dolor” en Google en 0,56 segundos llegas a obtener 267 millones de resultados, ¿no te parece una cifra llamativa? En realidad se trata de un dato que representa una realidad que ocupa un papel relevante y condicionador en nuestra vida. ¿Cuántas personas no han sentido dolor nunca? Seguramente muy pocas, pero es más, ¿cuántas personas viven sintiendo dolor de forma habitual? La cifra que responde a esta pregunta es muy probable que sea espectacular.

¿Qué es el dolor?

Es un síntoma subjetivo que nace de una reacción bioquímica que se produce en el cerebro.

El dolor, en tanto es subjetivo, no puede medirse ni cuantificarse, sólo describirse. El dolor suele clasificarse, groso modo, por su ubicación, origen, intensidad y duración.

Atendiendo a su ubicación puede ser visceral, es decir ubicarse en alguna víscera (órgano) de nuestro cuerpo; pleural, manifestándose alrededor de los pulmones y meníngeo, ubicado en zonas del sistema nervioso o cerebro. Por su origen diferenciaríamos el dolor físico del dolor emocional o del psicológico (somatización o falso dolor). Por su intensidad hablaríamos de dolor agudo, moderado o leve. Claro está que esta clasificación es altamente subjetiva, porque cada individuo tiene una percepción muy personal de este síntoma, pues intervienen en ella múltiples factores.

Respecto a su duración, es medible, y en este caso hablaríamos de dolor circunstancial o dolor crónico.

Describir el dolor no resulta sencillo, por lo que entorno a este concepto nacen numerosas metáforas o comparaciones que nos ayudan a retratar de la forma más esclarecedora posible lo que estamos sintiendo.

¿Qué va antes el dolor físico o el emocional?

En muchas ocasiones oímos decir a los profesionales de la medicina y la Psicología que “el dolor tiene un origen emocional”. Esto quiere decir que este desagradable síntoma nace como consecuencia de la inadecuada gestión de nuestras emociones, bien sea por no atenderlas, bien sea por hacerles excesivo caso.

Tanto el no escucharnos como el hacerlo de forma excesiva, nos conduce a un estado de tensión que si no gestionamos de forma positiva y a tiempo, puede desencadenar “dolor emocional” y éste acabar por favorecer la aparición de enfermedades.

Wataru Oashi, nacido en 1944, es uno de los especialistas del campo de la diagnosis más importante a nivel mundial. En su libro “La diagnosis oriental” Oashi habla de cómo el cuerpo es un libro que debemos aprender a leer e interpretar, a escuchar para atenderlo, no para cambiarlo. Sus teorías son muy interesantes y están fundamentadas en el estudio del origen de las enfermedades analizando su directa y estrecha relación con las emociones. Es decir, Oashi nos habla de cómo la inadecuada gestión de las emociones conduce a este tan desagradable síntoma que es el dolor y de ahí nuestro cuerpo se desequilibra y desregula sus funciones, dejando que las consecuencias pasen al plano físico.

Sin embargo, también se ha demostrado que el dolor físico dificulta la adecuada gestión de las emociones, por lo que en ocasiones nos surge la pregunta, ¿Qué va primero el dolor físico o el emocional? Dar con la respuesta a esta pregunta es importante porque es dar con la causa real del origen de las enfermedades, sin embargo, es muy posible que no podamos responderla porque en el fondo ambos dolores,el físico y el emocional, en realidad, sean uno sólo, manifestado, simplemente, en planos distintos.