Los contaminantes que afectan al sistema Endocrino están presentes en nuestra vida cotidiana: desde ciertos productos químicos presentes en los plásticos hasta algunos aditivos alimentarios pasando por restos de plaguicidas en nuestro medio ambiente, los beneficios de la abundacia de bienes de consumo quedan ensombrecidos por la presencia de estos auténticos venenos.

La infertilidad es una consecuencia más de este envenenamiento general. A nivel molecular, la acción sobre la salud de multitud de moléculas presentes en la industria contemporánea y en los productos que manufactura, está causando problemas difíciles de detectar y resolver.

Al respecto de la infertilidad masculina, la comunidad científica señala con dedo acusador a la probable contribución de perturbadones endocrinos de la bajada de la calidad espermática del hombre occidental. Estas moleculas contaminantes juegan muy probablemente un rol en este problema de salud, incluso si la correlación no está completamente demostrada a día de hoy y aún es objeto de polémica y de interpretaciones contradictorias.

La fertilidad masculina se evalúa por el análisis del espermograma. Estas pruebas pueden asímismo ser repetidas a lo largo del tiempo para comprobar la influencia del medio sobre el sujeto. La exposición a determinados productos químicos, como es el caso de ciertos pesticidas, es causa en muchos casos de estas dolencias.

Para descubrir esta relación, se han repetido pruebas al retirar del ambiente del sujeto ciertas moléculas contaminantes.

Sin embargo, el mayor daño se lo llevan las mujeres. De entrada, su sistema reproductivo es notablemente diferente del de las mujeres. El hombre produce millones de espermatozoides a lo largo de su vida.

La mujer nace con un determinado número de óvulos que decrece con el tiempo de manera fisiológica. La degradación de estos ovocitos puede ser acelerada por la presencia de productos químicos, como por ejemplo los empleados en las quimioterapias. Si bien pueden salvar la vida de la paciente, en muchos casos la dejan estéril como consecuencia de los daños sobre su sistema reproductor.

La presencia de disruptores endocrinos en su entorno durante periodos de tiempo muy largos puede acarrear consecuencias irreversibles si contribuyen a la destrucción de ovocitos o a una disminución de su stock en su sistema reproductivo.

Los efectos de estas moléculas nocivas, al tratarse de una presencia por periodos de tiempo muy largos y con la dificultad que entraña valorar concienzudamente el entorno de los pacientes, son difíciles de definir científicamente. Se impone el principio de prudencia, donde la sospecha fundada de su influencia negativa es razón suficiente para que desde la política se ponga fin a esta situación de insalubridad generalizada. No hay beneficio económico que excuse mayor dilación de una acción contundente y eficaz por parte de los poderes públicos.