Desde que el líder golpista llegó a tierras belgas, la canción que más se ha escuchado desde esa despreciable tierra norteña de Europa es el insulto a España y a los españoles. Ayer mismo, el ex primer ministro belga Di Rupo no tuvo reparos en llamar "franquista autoritario" a Mariano Rajoy.

Al escucharlo, pronto recordé cómo esos mismos belgas que ahora pretenden darnos lecciones de moral y ética, tenían zoológicos humanos en los que exhibían a los niños congoleños y se permitía al público darles de comer como si fueran monos. No les hablo del siglo XV o XVI, no no, les hablo del siglo XX, más concretamente de los años 50.

Y esos eran los ‘’afortunados’’ que no había masacrado el infame monarca Leopoldo II, que aniquiló a más de 10.000.000 de congoleños. También recordé como los belgas siempre han estado al lado de los terroristas que masacraron a nuestros conciudadanos, otorgándoles impunidad judicial para no pagar por sus crímenes.

Puigdemont y compañía buscaron el país más repugnante del continente europeo para esconderse y no pagar por sus tropelías, por lo que es normal que el juez los haya dejado en libertad. Qué se puede esperar de un país que vendió completamente su soberanía a cuatro burócratas europeos, que tiene el mayor nido de terroristas de Europa en pleno centro de Bruselas, que a pesar de ser cuatro gatos están más divididos que cualquier país europeo, que no detuvo al autor intelectual de la masacre de París porque eran más de las 21:00 horas y es el segundo país de Europa con el mayor índice de violaciones (España no está ni el top 80 mundial).

Ese país, por llamarlo de alguna manera, intenta dar lecciones a España con el bobo de primer ministro que tienen a la cabeza. Harían bien en callarse la boca y centrarse en su Estado fallido en vez de animarnos a que nos sumemos al club. No obstante, siempre habrá acomplejados españoles que valorarán lo que digan de nosotros desde fuera por el mero hecho de decirlo en otro idioma que no sea el español, como si el valor de escribir la necedad más absoluta en otra lengua dotase de verdad absoluta a una banda de indignos periodistas, líderes políticos y burócratas prostituidos.

Nosotros a diferencia de los belgas somos un país digno, civilizado y en el que la Ley se respeta y se hace pagar a los delincuentes por sus actos, mientras que Bélgica es el refugio de los delincuentes de toda índole en el cual reside la lacra yihadista que atenta en Europa con el dinero procedente de las subvenciones que los belgas les otorgan.