El secretario de Justicia, Jeff Sessions, confirmó ayer martes que la administración Trump suspenderá el programa DACA. Impulsado en 2012 por el gobierno de Obama, el programa protegía a los inmigrantes llegados de manera ilegal a Estados Unidos siendo menores. La medida radical de Trump es un paso más hacia la extrema derecha norteamericana.

Fin al american dream de los dreamers

Así lo anunciaba el pasado martes 5 de septiembre Jeff Sessions, secretario de Justicia del gobierno estadounidense. La decisión de tumbar el programa no es definitiva, si bien queda en manos del Congreso, que tendrá una prórroga de 6 meses para determinar la vía a seguir.

El Congreso, de mayoría republicana, no vería con malos ojos abolir un proyecto impulsado en 2012 por Obama pero sin apoyo mayoritario en la cámara. La determinación de cortar de raíz con el DACA (siglas en inglés del programa) estaría ligada a este hecho, ya que los demócratas tuvieron que valerse de artimañas burocráticas para aprobar en decreto dicho proyecto.

Presiones venidas por parte de numerosos fiscales generales estatales fuerzan a poner fin al programa. La fuerza que se opone a un servicio que desde 2012 lleva ayudando a miles de inmigrantes en su adaptación al país, llega desde los núcleos más reaccionarios del mapa estadounidense.

Protección contra la deportación

DACA fue impulsado por la administración de Barack Obama para proteger a aquellos inmigrantes que llegaron siendo menores a Estados Unidos.

Criados en norteamérica, la medida de suspender el programa afectaría a miles de jóvenes que ya forman parte de la sociedad estadounidense. La gran mayoría de origen latino, hablamos de personas completamente integradas que no han vivido jamás en su país de origen o que han pasado poco tiempo en él.

Gracias al programa de los "dreamers", se concedían permisos de trabajo con el fin de evitar su deportación, que debían ser renovados cada 2 años.

Entre los requisitos exigidos para adscribirse al mismo estaban los siguientes: haber llegado a EE.UU. siendo menor de 16 años, no tener cumplidos los 31 años en junio de 2012, haber vivido permanentemente en el país desde 2007, no tener antecedentes y estar estudiando o tener el bachillerato finalizado.

Entre las ventajas que ofrecía el programa estaban la posibilidad de estudiar, trabajar y conducir.

También el acceso a la seguridad social y a la obtención de tarjetas de crédito. Medidas en definitiva que remaban a favor de una mejor convivencia e integración de una masa social que forma parte en el todo de la sociedad norteamericana y que una vez más ve sus derechos atacados por un gobierno cada vez más radicalizado.

Nuevo paso hacia la ultraderecha

El presidente Donald Trump no sorprende a nadie con la cancelación del DACA, pues desde su llegada a la Casablanca ha dado muestras de una ferocidad desmedida contra la Inmigración. Esta vez puede suponer una cuantía considerable de votos, pese a contar con el apoyo tanto de republicanos como de algunos sectores de la bancada demócrata.

El ataque, que afectará según diferentes estimaciones entre 800.000 y 1'9 millones de personas, podría crear un cisma importante por lo extremista de la medida.

Hay que tener presente que hablamos de gente perfectamente integrada en la sociedad, jóvenes que se siente americanos y que no entienden como su propio gobierno puede estar atacándoles tan vehementemente.

Trump considera el programa de los "dreamers" como una "amnistía ilegal" contra la que luchar. El presidente toma un rumbo más que peligroso hacia la ultraderecha norteamericana, si bien ese acercamiento hace tiempo que se produjo. La falta de condenación hacia los fascistas de Charlottesville, la relación "cordial" con David Duke, líder del Ku Klux Klan que le mostró su apoyo en campaña, o el indulto al ex-juez xenófobo Joe Arpaio son tristes confirmaciones de la ideología del mandatario.

La respuesta de los gigantes empresariales estadounidenses no se ha hecho esperar.

Facebook, General Motors o Hewlett-Packard han mostrado su desaprobación por la medida, argumentando que el coste en daños al país cercara los 460.000 millones de dólares. Los "dreamers" son, al fin y al cabo, una generación educada y formada en EE.UU., siendo un pilar básico en su economía presente y futura.