Todo lo que les vamos a contar, y que “El Intermedio” nos ha resumido de manera genial, no está sacado de una película del añorado Berlanga, ni de los cómics de Mortadelo y Filemón. Es completamente real. Hablamos de un Funcionario valenciano, Carles Recio, que sólo entraba a fichar a la hora de entrar y salir, pero nunca entraba en el edificio a ocupar su puesto. Aun así, cobraba 50.000 € anuales.

Según él, su trabajo lo hacía en otro lugar, no necesitaba entrar. Que su tarea la hace fuera. El lugar de trabajo es en la Diputación de Valencia, en el Archivo General.

Llevaba allí desde 2006, a donde fue enviado por sanción del Presidente de la Diputación. Pero nadie necesitaba a alguien como él en el edificio (“Jefe de la Unidad Bibliográfica”), y se montó por su cuenta todo este circo, que un periodista de “El Mundo” ha destapado hace poco.

No necesitaba ni mesa, ni sitio propio, ni ordenador en su puesto de trabajo, así que todo lo ha hecho, según él, fuera. Lo curioso es que ningún trabajo hecho allí durante estos 10 años lleva su firma. El puesto, al parecer, fue creado especialmente para él, debido a ciertos asuntos turbios, ocurridos antes, en donde Recio tuvo buena parte de culpa.

Una de sus excusas ante tan extraña manera de trabajar es que “mi trabajo era de ‘negro’, de documentación, y de asesorar a los políticos”.

El periodista de “El Mundo” le siguió discretamente, y pudo corroborar que Recio, por la mañana, entraba, fichaba y se iba, volviendo otra vez a la que era la hora de salir, haciendo lo mismo.

Ahí no acaba la vida de tan extraño personaje. “El Intermedio”, en la sección de Dani Mateo, nos explicó una faceta desconocida de él: que en sus ratos libres, es escritor y guionista de cómics.

Y ha creado dos personajes, dos superheroínas, aunque por sus argumentos, más propios del humor absurdo a la valenciana que del estilo de la factoría Marvel.

Ambas superheroínas son Españísima y Fallerella. Ambas tienen en común un vestuario escaso, casi de bikini tanga, y los dibujantes que las plasman en el papel las muestran como heroínas sexys de videojuego.

La primera con los colores de la bandera española y la segunda de la valenciana. A cual más surrealista, tienen armas peculiares. Españísima vuela en una guitarra de surf, su escudo es un abanico blindado con los colores españoles, su sostén son dos cuernos de toro y tiene como compañero de aventuras a Isidro Torrente, descendiente de ya se imaginarán quién.

Fallerella, en cambio, no gustó a los falleros en su momento. También tenía armas peculiares para atacar a los “malos”, pero más al estilo valenciano. El sostén de la chica se parece al rat penat (murciélago). Uno de ellos se hizo “sin ánimo de lucro”, metiendo a San Vicente Ferrer en la trama, y aparte de Fallerella, salía un superhéroe llamado Capitán Valencia, cuyo uniforme es la bandera valenciana, y enseña muchísimo menos que su colega femenina.

Ambos cómics llevan moralejas más propias de mítin político nacionalista, aunque más cercanos al españolismo, y el de Fallerella es más valencianista, anticatalanista y cercano a lo español. Por lo tanto, hay que leerlos sin tomárselos demasiado en serio, pues un lector de Marvel creería que Federico Fellini también escribía guiones de cómics de superhéroes.