En el accidente aéreo del 26 de mayo del 2003 fallecieron 75 personas, 62 militares españoles y 13 tripulantes ucranianos todos ellos, menos uno procedente de Bielorrusia. Un mes después de que las familias recibieran los restos se supo que 30 cuerpos no habían podido ser identificados. Esto supuso que cada familia velara y sepultara a su ser querido de una forma, mientras que los restos mortales que estaban siendo despedidos, no pertenecían a ese hogar.

Se cree que la manera en la que esos cuerpos sin identificar fueron entregados, se echó a suerte y se mintió sobre ello durante bastante tiempo.

Previamente al accidente, 14 soldados denunciaron el mal estado de las aeronaves contratadas por aquella época por ejército español. Algunos incluso, hablan de negligencia, de no actuar ante las quejas y avisos que, durante mucho tiempo, los militares presentaron ante sus superiores.

A 13 del accidente, no se conocen los contratos del vuelo del Yak 42, ni quiénes eran los responsables de hacerlos y gestionarlos.