Ese día el estado español perdió la potestad de creerse legal, la legalidad nunca viene de la mano del castigo, todo hay que defenderlo con palabras, la violencia nunca debe constar en el siglo XXI.

Hay argumentos que dictan que se debe acatar el orden constitucional, creo que en eso todos-as estamos de acuerdo, el problema viene cuando te crees que se debe acatar como en aquel antiguo refrán que decían en la escuela " la letra con sangre entra "

La violencia nunca debe ganar

Catalunya ha sido castigada de diversas maneras, ya lo dije anteriormente.

Quisiera hacer mención a uno de esos castigos que nos fueron condecorados, el famoso artículo 155 el cual en un principio y como nunca se había implantado en ninguna comunidad, no se podía presagiar en su justa medida el alcance que podría tener, se especulaba que las instituciones catalanas iban a ser requisadas por el estado, al final nada de eso sucedió, lo que si sucedió, fue una destitución del gobierno, Govern según el estado (elegido en votación en el Parlament catalán), ese artículo 155 era un misil directo a terminar de una vez por todas con el proceso catalán, menospreciando el sentimiento de una gran parte de la población catalana.

El estado quería terminar tajantemente de una forma muy violenta con esas voces que se proclamaban catalanistas y independientes, lo intentó de diversas formas, lo que no tenía amarrado era la forma de hacerlo, porqué delante se iba a encontrar a miles, millones de gente que no es que quisieran ser independientes, lo que querían es auto-determinación, el estado no estuvo ni fue consciente de que la empresa que debía abarcar, en cualquier momento se le podía ir de las manos.

El 1 de octubre

No empezó ese día el movimiento catalanista, ese día empezó algo que quisiera olvidar, nunca he vivido nada parecido, estuve con mi silla de ruedas en un colegio electoral, pude vivirlo en directo, tuve la inmensa fortuna de no presenciar todas esas escenas dantescas, podría decir que cuanto pude ver las imágenes mis ojos eran una cascada de lágrimas, ese día pude apreciar valores impensables, gentes de muy diferente posición social eran como si fueran de la misma familia, pude ver como toda esa gente defendían con uñas y dientes aquella pape-reta que debían colocar en aquellas urnas que el estado se cansó de decir que eran ilegales.

Nadie hará nunca que me olvide de ese día, un día que el estado español quiso que no existiera, soy consciente que la diversidad en Catalunya es gigantesca, pero también soy consciente y pude verlo con mis propios ojos la magnitud de los acontecimientos. España no es el estado a Dios. Por eso debería de entenderse que España no debe de rodearse de corruptos, falangistas y gente que odia sin mesura.