- Mamá, soy una niña pero ¿por qué no me traen los reyes ese camión tan bonito que quiero? ¿Y el patinete o la pelota que pedí el año pasado?

¿Cuántos Niños y niñas se harán esas preguntas en todo el mundo cada año por reyes? ¿Qué se supone que hay que contestarles?

- Cariño es que las niñas juegan con muñecas, con casitas, con animalitos, las niñas juegan a maquillarse, a cocinar en unas cocinitas a las que no faltan detalles, a tirar del coche de muñecas última generación, con capota incluida y claro, muñeco incluido. Ese se supone que es el pensamiento con el que esa niña va a crecer, ese mandato es el que se va a grabar en la conciencia de esa niña que crecerá pensando que su objetivo en la vida es ser una buena ama de casa, que sabe maquillarse, que sabe cocinar y que es buena madre.

Los anuncios en vísperas de reyes que definen cómo tenemos que ser de mayores

Vivimos en un mundo en el que los anuncios previos a los reyes, ametrallan a los niños y niñas de todo el mundo con imágenes de muñecas, cocinitas, cochecitos, caballitos, barbies de cuerpos imposibles, envuelto todo ello de delicados rosas, de niñas idílicas de anuncio.

Los de ellos, los anuncios de juguetes para niños, se pierden entre pistolas, juegos de guerra, coches, camiones, en los que salen niños dando voces, saltando, haciendo el "indio". Mientras que en los anuncios de las niñas todo es dulzura, suavidad, decoro, delicadeza.

Como si las niñas no fueran unas cabras locas que chillan, que pelean, que se enfadan, que luchan por lo que quieren y contra quien sea.

Nos enseñan que hay que callarse, no llamar la atención, estar siempre preciosas para ser amadas. Ellas tienen que observar cómo los hombres son los que nos salvan de los peligros de la vida, con sus pistolas de juguete, los que conducen esos camiones y coches mientras ellas van al lado, en el asiento del copiloto.

¿Hacen bien lo reyes en traerles a las niñas princesas?

Porque a mi parecer, una niña entiende que las princesas son hermosas, frágiles, delicadas y lo peor, que necesitan ser salvadas de la maldad mundana. Una niña que cree en eso, no desarrollará recursos internos para defenderse, ni sabrá cómo conseguir lo que quiere, porque cree que le será dado por ser mujer y no sabrá ni creerá que sí que tiene recursos, sólo que la sociedad se ha encargado de hacerle creer lo contrario.

Una niña que crece creyendo eso no pensará que tiene actitudes para conducir un coche o un camión, para dirigir un país, para ser mecánica de coches, o para todo aquello de lo cree que es trabajo de hombres.

Lo mismo ocurre con esos niños que piden a los reyes muñecas y los padres se echan las manos a la cabeza asustados como si el niño les acabara de decir una monstruosidad. Esos niños que no entienden por qué no pueden acunar a un muñeco entre sus brazos, no vaya a ser que cuando tengan hijos, estén menos preparados para la paternidad.

Si soy niño y quiero una muñeca, ¿soy raro o estoy enfermo?

Qué ocurre con esos niños y niñas que no ven normales los típicos juguetes masculinos y femeninos, qué pasa con el sufrimiento de ese niño/a que no recibe lo que pide a los reyes, ¿qué ocurre con esa frustración?

Lo que está claro es que manipulamos a los niños desde que son pequeños. Jugamos a ser dios con ellos, no les damos la libertad de ser ellos mismos. Les damos la vida para que luego no sean libres. Preferimos nuestra tranquilidad a sus deseos íntimos.

Menudos reyes magos. Yo creo que si los niños supieran la verdad cuando son pequeños, el impacto emocional sería tremendo.

Dejemos de regalar a los niños prejuicios. El mejor regalo es aceptarles como son.