El juicio contra la manada que ocupa telediarios y titulares durante los últimos días, nos está dando de bruces con una realidad que ya no se puede esconder más.

La manada: su nombre lo dice todo

Vivimos en una sociedad machista y quizá, este terrible caso, pueda servir para quitarnos la venda de una vez. Los cinco jóvenes, acusados de la violación colectiva a una joven en un portal de Pamplona durante los sanfermines de 2016, tenían un grupo de whatsapp llamado la manada.

Su nombre lo dice todo y es que ellos no ocultaban sus intenciones y según las noticias que han ido saliendo a la luz, además compartían sus hazañas en dicho grupo, siendo jaleado por el resto de miembros.

Machismo cruel en estado puro

Se mire por donde se mire la actitud de los acusados, no puede ser más detestable moralmente. Más allá de que el juez del caso les considere culpables o no, lo cierto es que el acto en sí es execrable.

Las declaraciones de los acusados, culpabilizando a la víctima y quitándole hierro al asunto nos habla del perfil ante el que nos encontramos. Machistas que cosifican a la mujer y que la utilizan para su disfrute propio, tirándola a la papelera después como si de un clínex se tratara. Hablamos de un machismo cruel, que además se ha envalentonado con ciertas decisiones judiciales poco comprensibles.

Juzgando a la víctima

La aportación por parte de la defensa de uno de los acusados, de un informe de seguimiento a la víctima, posterior a los hechos juzgados, no puede por menos que revolver el estómago de los que llevamos años luchando contra la Violencia de género.

Como bien han dicho otros articulistas, no solo vale con ser violada, además debes parecerlo. Se juzga a la víctima por su actitud en el momento de los hechos, demasiado pasiva para el Machismo cruel y también que trate de llevar una vida normal. Si no llora, se deprime o se suicida, quizás es que no fue violada, ¿verdad señores machistas?

Para que limitarnos a creer en su testimonio, si total las mujeres siempre presentan denuncias falsas. Y solo ellas, claro. Nadie más presenta una denuncia falsa en ningún otro ámbito de nuestra vida. Lo último que nos faltaba por leer es que se acepta por parte del juez una foto de una camiseta que la víctima publicó en sus redes sociales.

¡Una camiseta! ¡Terrible confesión de la víctima! ¡Ah! no, que ella no era la acusada y por tanto no puede confesar.

Sin embargo, no aceptan los whatsapps previos de miembros del grupo en los que hablan de violaciones, de burundanga y de mil lindezas más. Siendo esto así, solo nos queda levantar la cabeza y seguir luchando.

Luchando contra el machismo. El fin de las manadas

Y es que la lucha debe empezar por uno mismo. Como hombre, me avergüenzo de lo que representa la manada y no cejaré en mi lucha por acabar con esas manadas que tratan de preservar el machismo en nuestra sociedad. Porque se han quitado la careta y aquí no valen medias tintas.

Si una pancarta en un estadio de fútbol apoya a uno de los acusados, se debe suspender ese partido y señalar a los que, de alguna manera, miran para otro lado ante las manadas machistas que dan color a los estadios.

Si uno de los acusados pide intimidad para con su rostro, debemos mirarle a los ojos y decirle bien alto, que la intimidad es otra cosa y que no respetar la intimidad es grabar como cinco hombres someten a una niña de 18 años en un portal, para luego compartirlo con el resto de su manada.

Y que, en este caso, no cabe defensa ni justificación alguna, ni hablar de presunciones de inocencia, que las hay, sino de gritar bien alto. ¡No queremos más manadas! ¡Queremos una sociedad sana! Queremos que nuestros hijos nunca hagan algo así, pero si lo hacen, no querremos buscar excusas para ellos y mucho menos a costa de la víctima. respeto. Eso es todo. Casi nada.