Siempre a la defensa de este formato, los dibujos animados se han utilizado desde el principio del siglo XX, como una fórmula esencial de entender el contenido audiovisual para los más jóvenes. Su simpleza, su color, y su manera de plantear situaciones que serían incapaces de ser representadas en una serie de acción real, si no se destinase una cuantiosa cantidad de dinero, los convierten un nicho enorme en constante expansión.

Los dibujos animados son perfectos para contar historias

Aunque su público objetivo sean los niños, se han creado mucho audiovisuales para adultos que se han convertido en obras de culto, y que confirman lo que he explicado en el anterior párrafo, la creación es casi ilimitada y eso enriquece de una forma muy amplia, algo que de primeras, a muchos puede parecernos simple e infantil.

El éxito de estas Series de contenido adulto ya viene precedido por Los Simpsons, pero cada vez se hacen dibujos con un contenido más adulto y feroz, que muchas veces rozan con el absurdo y el humor negro. South Park fue pionera en este aspecto, pero hoy en día, su estela llega a otros productos como Padre de Familia, Bojack Horseman, la impresionante y atípica Rick y Morty y por supuesto, la que nos toca, la nueva apuesta de Netflix Big Mouth.

¿Qué nos ofrece Big Mouth que no nos ofrezcan otras series?

Pues un acercamiento a la pubertad y a la sexualidad de una manera muy directa, pero sobre todo divertida, sin llegar a lo zafio, pero con un componente negro enorme. Ya hemos visto estos temas en varias series, como en la cancelada Tiempos Duros para RJ Berger, que tuvo poco tiempo de vida, o en capítulos de American Dad, en la que Steve y su grupo de amigos nerds pasan peripecias en su vida sexual.

Pero aquí la sexualidad no es un adorno, es un factor narrativo que rige la historia en su conjunto, da la importancia suficiente a una materia que todavía es un tabú en nuestra sociedad y lo hace sin perder un ápice de humor, contando con pelos y señales lo que hemos vivido todos los que hemos pasado por la pubertad.

En ese sentido, la serie juega con ventaja.

Tratar un etapa vital por la que hemos pasado todos es como hacer una película con niños como protagonistas. Ahonda situaciones por las que en parte, todos podemos sentirnos reflejados. Y eso, no es algo negativo, es un valor añadido, porque apela a un momento muy importante de nuestra existencia, y lo hace de una manera intensa, pero a la vez tierna, capaz de removernos un poco con algunos personajes o sucesos.

¿Qué es lo que cuenta entonces Big Mouth?

Las peripecias de en principio dos amigos, Nick y Andrew, que acaban de entrar en el instituto y están sufriendo una serie de cambios que alterarán su entorno y su forma de ver el mundo. En este caso Nick, que da el nombre a la serie, es el típico amigo que no daba el estirón y veía cómo todos se transforman en adultos antes que él, cuando la serie deja claro que cada uno tiene su momento indicado para madurar. En cambio, Andrew, es un chico con gafas de origen judío, que sufre su explosión hormonal casi de forma prematura. Para ello es guiado por la representación del Monstruo de las Hormonas, del que hablaré más tarde.

A los dos protagonistas se le suma la importancia de otros como, Jessi, una amiga del grupo desde que son pequeños, pero que con su cambio hormonal decide tomar distancias, Jay, un chico latino con una familia desestructurada que se empeña en convertirse en mago y Missy, otra chica locamente adicta al azúcar y al amor adolescente.

El surrealismo de la serie

Además de otros personajes fantásticos, como el profesor de educación física, la familia de los dos jóvenes protagonistas y el chico gay, Matthew, interpretado por Andrew Rannels, calcando su papel de Girls etc. Hay tres personajes fundamentales para entender Big Mouth, que añaden un componente de ruptura del universo y que enriquecen creando situaciones de lo más disparatadas.

Para empezar, está el fantasma de Duke Ellington, el famoso pianista de jazz, que vive en el desván de Nick, y que hará las veces de padre y mentor, ya que sus propios padres son curiosamente extraños en todo lo que al sexo se refiere.

Y el broche. Los Monstruos de las Hormonas. Haciendo su aparición el fabulosa introducción de cada capítulo, el Monstruo de las Hormonas, parece ser la creación del subconsciente de la mente de Andrew en cuanto se en élmanifiesta la pubertad.

Esta representación casi mitológica de la depravación sexual de los faunos es un gran aporte al show, ya que es la vía que tienen los guionistas de presentar las situaciones más comprometidas y fuertes, sin que esto pueda ser en contra de la sensibilidad del público.

En la misma tónica, aparece Connie, la versión femenina del monstruo, que ayuda a aportar la visión de las mujeres de esta metamofósis, algo bastante desconocido en nuestra sociedad, por desgracia. De esta manera, hay una aproximación a todas estas cuestiones que todos nos hemos hecho en la adolescencia y que ojalá hubiésemos tenido uno de estos monstruos para pedirles consejo.

En definitiva

Big Mouth es una opción inteligente y sin tapujos, de una cara de la que se habla poco, o se habla de puntillas.

Aquí, lo grotesco y lo hermoso fluyen de una manera equilibrada, dejándonos situaciones para partirnos de risa. Un ‘must’ de las nuevas series de dibujos.

Por cierto, ya que la primera temporada se ha estrenado con un gran éxito de crítica, ya se ha renovado para una segunda temporada que saldrá el año que viene. No podemos esperar.