Desde pequeños nos preparamos para ocupar un lugar en la sociedad, vamos al colegio y ya nos comienzan a explicar que un día tendremos un trabajo, realizaremos alguna labor que nos permita ganar dinero y vivir (o sobrevivir). Estudiamos y nos vamos haciendo especialistas en algo, quizás nuestros talentos nos llevan a desarrollarnos en cierta área, algunos muy despiertos se dan cuenta de que aunque sus padres, maestros y la sociedad misma los empuje hacia un lado ellos se sienten felices haciendo otras cosas, quizás no tan productivas en términos de dinero, pero si grandemente satisfactorias.

¿Pero qué pasa cuando esta vida termina?

Luego de un tiempo de transición del que podemos hablar en otra ocasión, me encuentro en un lugar en donde tengo un cuerpo, brazos, piernas, pelo y además me veo joven, de unos 30 años, y me doy cuenta de que han desaparecido de mi vida: mi nombre, el dinero que tenía en el banco, mi gran apellido, mis propiedades, los idiomas que aprendí, mi ropa, mis queridos zapatos, mis carteras, mis títulos universitarios, mi amado celular de última generación e inclusive, para mi gran sorpresa, mi propia personalidad. Entonces comienzo a darme cuenta de que yo no era todo eso, ya que sigo siendo, existiendo, viviendo más allá de la muerte y del plano físico de la tercera dimensión.

Me doy cuenta de que hay árboles, casas, ríos, lagos, montañas, autos que no hacen ruido ni producen contaminación, algunos animales, y percibo el tiempo de forma diferente, es como si lo pudiera estirar como una elástica, y me pregunto:

¿Será este el cielo?

Unas personas amables y cariñosas te acompañan, tienes miles de preguntas y te gustaría que te contestaran de forma mas rápida, pero ves que tienen mucha paciencia, estás adaptándote a tu nueva estancia, a tu nuevo hogar.

Tienes que ocuparte de algo, no vas a pasar el día caminando por allí echándote aire... ves a todo el mundo ocupado, pero ¿no dicen que esto era el cielo? ¿Trabajar acá en el cielo?

Te das cuenta de que el cielo que te explicaron es un poco diferente de lo que estás viendo, lo que estas es en otra dimensión, y no en la última sino en la que le sigue a la tercera dimensión.

Acá no importa ni siquiera a qué religión pertenecías en la Tierra, eso es irrelevante, tu corazón está al descubierto, tu mente es trasparente.

¿Qué cualidades tengo ahora que me permiten trabajar si yo dejé todo allá en mi querida Tierra?

Miras hacia adentro, hacia ti mismo y ves que solo te quedan las virtudes en las cuales creciste mientras estabas encarnado, y cuando te diriges a uno de los encargados de la ciudad, esa es tu carta de presentación. Allí entonces deciden en qué puedes ocupar tu tiempo, para qué estás preparado, de acuerdo a tu nivel de consciencia, a la vibración de tu espíritu. Hay miles de estancias, cielos, lugares en donde habitamos en la infinita creación, porque somos seres que existimos en varias dimensiones.

Maestría lumínica

Allí vas a comprender la diferencia entre ser y tener. Los trabajos más divertidos y emocionantes son para quienes han logrado dicho nivel de maestría lumínica, los títulos no se entregan, vienen integrados en la vibración de tu propia alma, es conocimiento que vas tornando en sabiduría con experiencias vidas tras vidas tanto físicas en la tercera dimensión como en otras dimensiones también. La universidad de la vida es la única que ahora te sirve.

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