El pasado viernes 20 de abril se celebró en el salón de actos de la Iglesia de Scientology de España un foro público en conmemoración al día internacional de la salud mental.

El evento fue organizado por la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos y la Fundación para la Mejora de la Vida, la Cultura y la Sociedad.

Dicho acto contó con la participación de varias víctimas del sistema y tratamientos psiquiátricos en España que expusieron sus casos en los que les habían vulnerado sus derechos o habían actuado con negligencia con perjuicio de las personas.

Acoso a los padres de niño con dificultades de aprendizaje

Uno de los testimonios presentados fue una madre cuyo hijo tenía dificultades para aprender y fue motivo de acoso por parte del jefe de estudios y orientador del instituto al que asistía su hijo con llamadas todas las semanas.

Reuniones que interrumpían el trabajo de la madre y hasta amenazas de denunciarla a los servicios sociales simplemente porque la madre se negaba a llevar a su hijo a una evaluación psiquiátrica. En su testimonio declaró:

“Llegué a sentirme perseguida por este acoso, mi vida se volvió inestable, no podía conservar mi empleo y llegué a plantearme incluso salir de España para poder ejercer mis derechos como madre de decidir lo que es mejor para mi hijo”.

La razón de que se negara es porque ella conocía el sistema de diagnóstico y el tratamiento de medicación con potentes estimulantes, un derivado de la anfetamina y con una gran cantidad de efectos secundarios, tales como pensamientos suicidas y homicidas, etc.

La madre pues se negó y es cuando comenzaron a amenazarla con llevar su caso a los servicios sociales.

Esta madre tuvo que recurrir al inspector de educación de dicho instituto y exigir a esta autoridad superior que hiciera valer sus derechos como madre de decidir qué medidas y terapias iba a utilizar para ayudar a su hijo con sus dificultades con el estudio.

Tratada con drogas por la psiquiatra siendo un problema físico

Otro de los impactantes testimonios fue el caso de una mujer que padecía lo que ahora se conoce como hipersensibilidad a los campos electromagnéticos y sustancias químicas.

Esta mujer padecía de hipersensibilidad a los campos electromagnéticos, es decir, al encontrarse cerca de antenas y aparatos de telefonía móvil empezaba a experimentar dolor en los oídos y quemazón en la lengua.

Durante muchos años estuvo padeciendo dolores inexplicables que la llevaron a intentar suicidarte. Tras el intento de suicidio fue internada contra su voluntad y la de su familia en el pabellón psiquiátrico del hospital y su tratamiento consistió en potentes fármacos que le impedían sentir el dolor pero que también la despersonalizaron.

Después de salir de su internamiento su hijo se puso a investigar y descubrió que la causa de los dolores y quemaduras que su madre padecía se debían a los implantes que llevaba en varias muelas, estos atraían las ondas electromagnéticas amplificándolas y le causaban dolores y quemaduras en su cuerpo.

Los psiquiatras jamás escucharon sobre la causa física que la familia decía ser causante de los males de la madre.

Por tanto, no buscaron una cura, se limitaron a tratar de disminuir los síntomas con fármacos sin descubrir la verdadera causa, que era lo que realmente estaba afectando a su salud.

“Nunca se deberían dar estas drogas a niños con problemas como solución”

Decía el joven de 23 años que con 7 años sus padres por recomendación de un familiar neurólogo comenzaron a darle el fármaco Concerta al tiempo que le hubieron etiquetado con la etiqueta psiquiátrica del TDAH.

Estuvo tomando fármacos durante varios años aunque desde el comienzo ya sufrió efectos secundarios del mismo, entre ellos la imposibilidad de conciliar el sueño y falta de apetito, lo que detuvo su crecimiento y le causó otros problemas de salud asociados a la falta de sueño y alimentación.

Y como nos dijo “Llegué a olvidar como hacia uno para dormirse”.

Hoy en día ya no consume Concerta y está en su último año de la carrera de criminología. En el evento estuvo exponiendo como el fármaco le estuvo afectando negativamente a su salud y dijo textualmente: “No se lo recomendaría ni a mi peor enemigo”.

Otro testimonio expuso varias situaciones en las que el mismo médico de familia les recetaba a familiares cercanos unos potentes analgésicos o incluso antidepresivos para tratar dolores leves sin explicarles los riesgos y efectos secundarios que estos fármacos le podría producir.

Etiquetado psiquiátricamente y tratado forzosamente por ataque de pánico inducido por marihuana

Además de otros tipos de abuso como ser internado involuntariamente en la unidad psiquiátrica y recibir medicación forzosa tras haber experimentado una reacción psicótica causada por el consumo de marihuana.

Esto es más habitual de lo que uno pueda pensar; debido al actual alto contenido del THC de la marihuana.

Este testimonio llegó a decir que “la psiquiatría encima de mí, vulnerando todos mis derechos humanos, mi libertad, mi libre elección y, cómo no, violando mi salud física y alterando mi metabolismo con esta medicación que me inyectan bajo amenazas de ingreso involuntario”.

Tras escuchar dichos testimonios se puede uno dar cuenta de que no son hechos aislados, sino que es una pauta de actuación establecida tanto en el sistema de salud como el sistema educativo y que pasan por alto los derechos del paciente, padres y personas comunes.

Dicha exposición de abusos mostró lo que está ocurriendo y hizo más conscientes a los presentes lo que estos hechos son: violaciones flagrantes de los derechos humanos.

Me llamó la atención el cartel que había colgado por allí y que decía:

“Los derechos humanos deben ser convertidos en un hecho, no en un sueño idealista”. L. Ronald Hubbard.