¿Quieres pretender que no te guste y esto hace que en realidad te guste más? ¿Esa persona a tu juicio no debe gustarte, haciendo que entres en una crisis emocional y no sabes que hacer?

Un concepto que engloba el significado de crisis es desequilibrio, un desequilibrio ocurrido entre un antes y un después o por diversos factores acumulados. Las crisis pueden ser psicológicas, políticas, religiosas o sentimentales y es usual que sea más notoria en la época de la adolescencia, donde no se tiene claridad entre lo que se puede, se debe y se quiere.

La adolescencia se podría clasificar como un segundo nacimiento del ser humano, donde emerge a la sociedad y se empieza a crear vínculos con personas externas y/o ajenas a su núcleo y esto a su vez hace que se creen apegos y conflictos, razones por las cuales podrían desencadenarse las crisis emocionales.

Sin embargo, los jovencitos no son los únicos que sufren por los colapsos entre sus deseos, emociones, gustos y deberes, este trastorno, si puede llamársele así, también lo vive cualquier tipo de persona adulta en determinado momento.

Mary Main, psicóloga americana, hizo un importante aporte a la Teoría del apego con un estudio que realizó en compañía de su equipo llamado, Adult Attachment Interview, en él se demostró que hay tres patrones de apego: seguro, indiferente e inclasificable.

“Adultos seguros realizan relatos coherentes y consistentes de su infancia, integran experiencias distintas, reflexionan acerca de sus vivencias y poseen sentido de equilibrio; adultos indiferentes realizan relatos incoherentes e incompletos y tienen vacíos en su memoria, minimizan la relevancia del apego, tienen imagen positiva de las figuras de apego pero no logran dar ejemplos concretos de ello y suelen negar experiencias negativas; adultos preocupados se aprecian rabiosos, otorgan relatos detallados de los conflictos que tuvieron con sus figuras de apego, oscilan entre evaluaciones positivas y negativas sin notarlo y su lenguaje suele ser confuso, vago y poco claro (Moneta, 2003).” (Revista Latinoamericana de Psicología, 2006)

Las crisis por supuesto, no son del todo negativas, debido a que responden a la acción del sujeto en determinada situación.

El portal Psicología y Mente explica que “El generador de las diferentes crisis no es el conflicto en sí, sino la respuesta del sujeto ante dicha eventualidad.”

Podríamos exponer diversos ejemplos donde, a una persona le atraen dos personas al mismo tiempo y se ve enfrentada a tomar una decisión y elegir a uno de los dos, o aquella que gusta de una persona que no le conviene, otra que sufrió la pérdida de un ser querido y no sabe cómo continuar su vida con esa ausencia entre muchos otros casos, todos, involucrados con un apego y vínculo emocional y que se ve constantemente en Latinoamérica.

Así como lo expresábamos anteriormente, las crisis emocionales no son 100% malas, sino que nos ayudan a conocernos mejor y nos obligan a hacer un alto en el camino para examinar diversas situaciones de una mejor manera, colocarlas en una balanza y de esta manera tomar decisiones para continuar con una vida plena.

Entonces, ¿Cómo hacer para superarla?

Pues bien, lo primero es conocerte a la perfección. La mente tiene el poder de controlar como nos sentimos, así que si nos conocemos y hacemos una introspección, sabremos cual fue el detonante de dicho conflicto interpersonal y podremos superarlo.

Por otra parte, hay que saber entender nuestros sentimientos, comprenderlos para poder reaccionar y dosificarlos ante diversas situaciones. Asumir una buena actitud ante las circunstancias también será vital para salir adelante, bien dicen que la vida es en un 10% lo que nos pasa y en un 90% como lo afrontamos.

Por último, pero no menos importante, hay que enfrentar nuestros miedos, como son. No hay que dejarnos ahogar por ellos y mucho menos por tantas situaciones que se nos puedan presentar.

Después de la tormenta siempre vendrá la calma tenemos que batallar para no quedarnos atrapados en pensamientos y sentimientos acumulados, recuerda: “Todo lo que deseas, está al otro lado del miedo.” –Jack Canfield.