Cada momento que pasa, debemos estar contentos con lo que tenemos, pues es lo que Dios nos ha dado, nuestros alcances, valores y metas, además de los sueños y esperanzas que ponemos en ello. Es a partir de los sueños, que forjamos todo nuestro mundo de realidad, dependiendo de nuestras fuerzas y de nuestros pies en la tierra, es que podemos obtener, lo que deseamos con todo el corazón.

Debemos, poner nuestra fe en lo que anhelamos y queremos

Es bueno, por ejemplo, no gastar nuestra energía en cosas fútiles que no tienen importancia en nuestra vida.

Así, debemos concentrarnos en lo que nos mueve, para poder traspasar todo obstáculo y así seguir esa fuerza única que nos lleva a ser capaces de hacer las cosas que jamás habíamos pensado hacer, como tener la fuerza suficiente para enfrentarnos a una adversidad o tener el valor para poder estar con esa persona que tanto queremos.

Hay que despertar pronto del profundo sueño al que hemos estado acostumbrados a estar sucumbidos y más bien abrirle las puertas al verdadero sueño que despierta y que reconforta el alma, como lo es el de estar con los ojos bien abiertos para recibir lo que tanto anhelamos y estar en pie, en guardia, para enfrentar a nuestro lado cualquier percance o calamidad que a diario se nos pueda presentar.

Hagamos de nuestros sueños unas verdaderas metas a alcanzar con los pies bien puestos en la tierra y con la atención bien fija en nuestros anhelos más grandes para que la oscuridad nunca nos llegue a alcanzar y si lo hace siempre saber que si podemos tener nuestra linterna del alma alumbrando el sendero hacia la esperanza y la vida.

Siempre concentrados, siempre tranquilos, meditando en cada experiencia que podamos tener en nuestro camino, sin ninguna duda, de que lo que queremos en el alma realmente lo alcanzamos.

Son excelentes las bendiciones que Dios nos ha dado en este momento, nuestra familia, nuestros amigos, nuestra posición económica, social, pero eso sí, para querer aumentar esas riquezas, que ya de por si tenemos, primero, hay que estar consciente que hay que valorarlas con toda nuestra alma, mente y corazón, para que así de lo poco que tengamos podamos tener muchas cosas más, infinitas, que también sepamos valorarlas y tenerlas a nuestro lado, pues el que ama lo poco, también sabe apreciar lo mucho.

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