Cuando llega el mediodía y vemos el telediario, vemos problema tras problema. Lo mismo que cuando leemos el periódico y (menos aún) cuando escuchamos la radio. Sé que, si no todos la gran mayoría de nosotros, nos hemos preguntado (al ver las noticias), ¿cómo podríamos arreglar todos estos problemas? Porque no son uno, ni dos, ni tres; no son cientos ni miles, ¡sino millones! ¿Cómo podríamos arreglarlos?

Es sencillo pero no es tan sencillo

Yo creo que gran parte de estos problemas se arreglarían poniéndonos de acuerdo. Solución viable a todo ser humano en todo momento.

Pero repito: esto no es tan sencillo. Porque para ponerse de acuerdo hay que estar abiertos a escuchar y a ceder y los seres humanos no somos particularmente proclives a eso.

En este mundo, llámese cruel, peligroso, superpoblado, bello o como se llame, todo el mundo tira pero nadie afloja. Imagínese a dos personas tirando de sendos extremos de una sábana o uno de los dos se cae... o los dos se caen... rompiéndola. De una manera irreversible.

¿Por qué no empezamos a escuchar y a ceder? Se trata de poner los oídos bien abiertos y de estar dispuestos a aflojar en nuestros puntos de vista o convicciones, cediendo en virtud de nuestro interlocutor. Gran parte de nuestros problemas estriban en que cada uno quiere lo suyo y a eso se aferra y en eso se empeña.

Yo pienso esto... yo creo esto... Y lo mantengo y mantendré a capa y espada. Nadie afloja. Yo necesito X cosa, y para conseguirla necesito hacer X cosa. Así que me aferro a lo que tengo que hacer, a lo que tengo que pensar, a lo que me conviene. Necesito ese resultado.

Egoísmo. Esa es la palabra. Un excesivo afecto por nosotros mismos que nos lleva a olvidar por completo las necesidades de los demás, a olvidar que los demás también tienen sus necesidades.

Tenemos muchísimos problemas y no quiero ni siquiera insinuar que todos se arreglarían de esta manera que propongo pero creo que esta manera sí solventaría muchas cosas.

A mi entender. ¡Ahora juzgue usted mismo!