Hay muchas cosas que podemos hacer para evitar el abuso psicológico. Una de ellas es la que voy a describir y yo diría que es casi infalible. Hace un par de días, leí en el escaparate de un bar una noticia que decía algo como esto: "He huido de mi marido maltratador llevándome a mis hijos". Esta mujer no sólo se salvó a sí misma, sino a sus retoños. Pensé: "Brava", por lo valiente que ha sido y es y porque, en estos casos de abusos, poner una distancia física de por medio es lo que aconsejan los psicólogos o la policía.

Así, si usted está hablando por teléfono con su pareja abusadora y él empieza a abusar psicológicamente de usted, cuelgue.

También puede coger a sus hijos y marcharse de casa; pero el problema es... ¿dónde? Esto no es tan sencillo, pero podría optar por la casa de una amiga o de algún familiar. Nunca hay que permitir que el abusador nos aísle de nuestros apoyos.

Si estás en clase y los compañeros que están cerca de ti empiezan a hacerte bullying, ponlo en conocimiento de tu profesor o profesora y dile que quieres cambiarte de sitio o, si estás en una sala donde hay alguien que empieza a pasarse contigo, opta por marcharte. Así le quitas la oportunidad de la que está gozando.

Evita las calles oscuras o poco transitadas. Si alguien te sigue, dirígete a una zona con mucha gente y si es necesario llama a la policía (desde una cabina, o, mejor, lleva siempre el móvil encima).

Poner una distancia física entre tu persona y el maltratador es lo más efectivo para no sólo hacer valer tus derechos, sino para que consigas estar tranquila/o para conseguir la ansiada (y tal vez hasta ahora nunca lograda) paz mental. Basta de aguantar palizas mentales o físicas. Las personas abusadas, como consecuencia de los ataques, pueden recibir sensaciones en el plexo solar que inducen al vómito, o padecer de migrañas, depresión o inclusive cáncer.

El maltratador entra a matar una y otra vez, lamentablemente es libre de hacerlo (pero los abusados tienen todo el derecho a dar planchazo a sus influencias molestas).

Cuando alguien la toma con nosotros, se siente en el ambiente, dejamos de vivir en un edén para empezar a vivir en un infierno. Tomar la resolución de alejarse o marcharse siempre es vencer, y es algo que todos, sin distinción, podemos hacer.

Y nunca, nunca tolerarlo en silencio.

Este sencillo recurso de evasión fomentará, además, tu autoestima, que antiguamente era constantemente herida por el maltratador. También te protegerá de daños mayores, como una paliza física.