Catalunya, o una buena parte de su población, tiene claro lo que quiere hacer. Y empieza a decidirlo hoy, pese a quien pese. Resultaba demoledora la imagen en el duro debate del Parlament, con un tranquilo President Carles Puigdemont escuchando el histérico discurso de Inés Arrimadas, que parecía desesperada en lo que Catalunya, a su juicio, quiere hacer. El actor Toni Albà, el imitador de Juan Carlos I en el Polònia, lo resumía en un tuit a lo Félix Rodríguez De La Fuente: “Queridos amigos del Hombre y la Tierra, el lenguaje corporal de los grandes monos lo dice todo sobre la violencia”.

Una opinión irónica y quizá no muy objetiva, pero que con España sin Gobierno estable desde hace siete meses, sin saber si Mariano Rajoy será Presidente con apoyos o gobernando en minoría, por lo que tendrá que pactar con la oposición hasta el color del salvapantallas de su ordenador de sobremesa, demuestra que Catalunyasupo a tiempo evitar elecciones anticipadas y gobernar de verdad.

Y con Luis Bárcenas atacando de nuevo, con el juez negándose a archivar la causa contra el PP y sus discos duros borrados al parecer más de 30 veces, tampoco el partido del Gobierno encuentra razones para gobernar bien. Con Catalunya ya rebelde total, pese al histerismo de la Prensa madrileña, sabe que no puede ejercer ese famoso artículo 155 de la Constitución como querría, en plan justiciero total.

Ese artículo prevé abusos de poder por parte del Gobierno, pues muchos se hubieran tomado la justicia por su mano, y eso serviría en la Edad Media, donde hasta los eclesiásticos podían matar o envenenar a terceros, pero no en la actualidad.

Pedro Sánchez es quien está más en la encrucijada, al no tener las manos libres, por que votaría NO a Rajoy, pero los barones del PSOE, asustados y presos de costumbres suyas ya anticuadas, le piden abstenerse y dejar gobernar a Rajoy como mal menor.

Pablo Iglesias no está tan afectado, pues él prefiere irse formando como futuro gobernante, pues su inexperiencia en la Política, sólo dos años, le llevó a meter la pata, y a esperar que los demás, PSOE y PP sobre todo, se deshagan o se despedacen solos.

Albert Rivera es otra cosa, ya que aunque presuma de ser muy español, su condición de catalán le margina en Madrid, nunca llegará a ser Presidente por ello, no se quiere dar cuenta de que a él le miran en la capital como en EE.UU.

a los “panchitos” (apelativo despectivo a la gente de origen hispano). Ni siquiera su tocayo Boadella se benefició de su ruptura, teatral como corresponde a un dramaturgo como él, con Catalunya. Incluso ha sido sustituido de su trono de los Teatros del Canal madrileños, donde su gestión fue correcta, pero nada más.

No pidamos a Felipe VI que haga maravillas o milagros y ayude a España a salir del atolladero. Su rotunda falta de carisma y las pocas funciones de Jacinto Durante, Representante que le otorga la Constitución hispana no le dejan hacer mucho. Muchos piensan más en qué tipo de discurso de Navidad hará y cómo nos sorprenderá, en el sentido negativo, por su nulo acierto (un manjar para los guionistas del Polònia), que por su capacidad para reinar. El carisma lo tenía su padre, que abdicó a tiempo antes de que su reinado pareciera una cutre recreación de enredos corruptos y amorosos como Dallas, Dinastía o Falcon Crest.