El Coliseo romano o Anfiteatro Flavio es el máximo símbolo de la grandeza imperial de Roma que ha perdurado hasta nuestros días. Entre los años 70 y 72 d.C el emperador Vespasiano mandó a construir el anfiteatro Flavio en la zona dónde Nerón había edificado su gran Domus Aurea y al lado de esta una estatua gigantesca de Bronce de sí mismo, llamada el Coloso de Nerón que se conservó y de donde deriva el nombre Coliseo.

Vespasiano no vivió lo suficiente para ver terminado el anfiteatro, fue su hijo y heredero Tito el que se encargó de la inauguración y los espectáculos que se ofrecería para el pueblo romano.

Luchas de Gladiadores en el coliseo romano

Este es sin dudas uno de los más famosos espectáculos de la cultura romana y que llegó a su máximo esplendor con la construcción del Coliseo.

La mayoría de los gladiadores eran esclavos o criminales condenados pero también estaban los hombres libres que se veían seducidos por el dinero y la popularidad.

A los romanos les encantaban las luchas a muerte pero a menudo si el gladiador perdedor había luchado de manera “digna” o “heroica” por así decirlo, la gente solía exigir que se le perdonase la vida y así mismo dependía del veredicto del emperador si se le perdonaba la vida o si se le otorgaba la libertad.

El coliseo romano y las naumaquias

Las naumaquias o combates navales eran uno de los más grandiosos espectáculos, aparte del Coliseo, también se celebraban en otros anfiteatros y en lagos artificiales. Era necesario hacer uso de una red de cloacas y canales en el subsuelo para inundar el foso del anfiteatro.

Los combates ofrecidos eran representaciones de grandes batallas navales de la historia. Una de las naumaquias más memorables es la que ofreció el emperador Tito en la que se representaba un combate entre Corintios y Feacios en la que se enfrentaron 3000 hombres.

Cacerías y lucha con animales

El pueblo romano también fue testigo de cacerías de animales llamadas Venationes.

En la arena se liberaban animales exóticos tales como leones, tigres, osos o hipopótamos y estos eran cazados por los venatores, estos eran gladiadores que tenían un mayor prestigio que el resto.

Así mismo, estaban los bestiarii, estos eran luchadores con menos prestigio que los venatores y a menudo combatían por dinero, pero otros lo hacían contra su voluntad por ser considerados enemigos de Roma, estos eran enviados en la arena sin formación, protección ni armas adecuadas para la lucha y se enfrentaban a una muerte segura, algunos se suicidaban antes de combatir.

Por otro lado, también se realizaban espectáculos en donde los animales violaban mujeres.

Ejecuciones en el coliseo romano

También era un espectáculo común las ejecuciones que se llevaban a cabo como un intermedio entre venationes y combates de gladiadores. Las clases altas y el emperador aprovechaban este momento para ir a comer. Las ejecuciones a menudo eran representaciones de mitos antiguos, los sentenciados a morir eran criminales, prisioneros de guerra y cristianos.

De igual manera, se realizaban las Damnatio ad bestias que consistían en arrojar al condenado a la arena rodeado de animales salvajes, de aquí derivaría la tristemente célebre frase “Cristianos a los leones”.