Nacida en Ciudad de Méjico en 1789, María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador acorta su enorme nombre para ser conocida para la posteridad con el nombre de Leona Vicario. Ni idea tuvieron sus padres en lo acertado que estuvieron al ponerle ese nombre preciso, pues ni fiereza ni valentía le faltaron para hacer de ella la mujer que quedó marcada para siempre como la dulce madre de la historia mejicana.

Infancia privilegiada

Al ser hija del comerciante español Gaspar Martin Vicario, la chica pudo acceder a una educación bastante amplia, abarcando sus estudios las bellas artes y las ciencias.

Entre sus lecturas y como mujer de ciencias, prefirió leer obras dedicadas a la naturaleza y su conocimiento o a la lectura política, camufladas muchas de ellas tras curiosas aventuras mitológicas.

Huérfana y cambio radical

Para 1807 Leona queda huérfana de padre y madre. Cumplía 18 años, edad insignificante para ese entonces, ya que tuviera la edad que tuviera la mujer, nunca se consideraba mayor de edad y siguiendo las normas de la época, Leona pasa a ser tutelada por un tío materno. Su tío era, además de abogado, desde ese momento su albacea. Consintió el tío en comprarle una propiedad para que la chica tuviera su privacidad, decisión que levantaría más de una crítica pues se salía de las normas clásicas del momento.

Pero si esto seguro fue de total agrado para la chica, el que le comprometiese para matrimoniarse con un desconocido, no le hizo ni chispa de gracia.

Matrimonio de conveniencia

Del primer pretendiente Leona pudo zafarse sin hacer nada, pues el elegido era un coronel español que al poco de comprometerse viaja a España y ella se queda aliviada por ese oportuna partida que la libera del compromiso.

Leona conoce poco después a Andrés Quintana, ayudante de su tío, de quien se enamora. Su amor es correspondido pero su tío se niega a ese matrimonio por la obvia diferencia de clase social. Como consecuencia el joven perdió su trabajo, pues el tío de Leona los separa para acabar con aquella relación de raíz.

Leona toma las riendas de su vida

La chica pronto revelará su carácter guerrero y se compromete políticamente formando parte de una sociedad secreta, Los Guadalupes. Se involucraba así directamente con el movimiento independentista contra el dominio español, transmitiendo información básica a los rebeldes, adelantándose a los movimientos de los españoles y estropeándoles los planes. Colaboró refugiando en su casa a quien lo necesitó, mandó medicamentos, vendió sus joyas para hacer cañones, apoyó económicamente todo cuanto pudo sin temor a lapidar su fortuna en la contienda. Partidaria acérrima de la causa, no solo colaboró en todo lo que puedo y de todas las maneras posibles, sino que se alzó como portavoz, como si de un predicador se tratara, propagando sus ideas, reclutando adeptos entre sus interlocutores.

Sin miedo a nada

Comenzaba a peligrar su vida, pues se destacó ante el enemigo de manera evidente. Esto debía importarle bien poco, pues su carácter temerario le privaba de prudencia alguna, conduciéndola a situaciones extremas y peligrosas. Una de sus cartas fue interceptada y Leona huye, para inmediatamente ser apresada. Su tío intercede por ella y solicita que la encierren en una institución como interna, pero no consigue su propósito y Leona es encarcelada durante 42 días a la espera del juicio. La sentencia no fue a su favor, se la condenó a prisión y se le expropió de toda su fortuna. Su fidelidad a los suyos fue total, pues en ningún momento los comprometió ni mucho menos los delató, razón de más para que ellos no se conformaran con tal destino para la chica.

Huida y vida nueva

De ninguna manera sus compañeros permitirían que se quedara entre rejas para siempre y disfrazados de soldados españoles, tres de sus compañeros la rescatan de la justicia colonial. La vida finalmente no estaba siendo tan mala con ella, pues además de recobrar la libertad Leona se reencontró con el amor de su vida. Tras la boda que fue en breve, Leona ya no separaría nunca más de su marido y ambos continúan al servicio de la insurgencia pese a los inconvenientes económicos y los partos que tuvo que superar y de los que Leona fue madre de tres hijas.

Reconocimientos

Tras la victoria independentista Leona Vicario tuvo el reconocimiento justo del gobierno por su lucha y su ardua implicación con la causa nacional.

Además de ser merecedora de bienes mobiliarios como de capital económico, la villa de Saltillo pasó a llamarse Leona Vicario. Su actividad política y periodística continuó hasta el último de sus días, el 21 de agosto de 1842. Fue considerada la primera periodista de Méjico, feminista manifiesta, nombrada Madre de la Patria y fundadora de Méjico. El claro ejemplo de una mujer, que como otras muchas como ella, lucharon por sus ideales, arriesgando sus vidas por defender sus convicciones y sus derechos.