La primera vez que vi la película "Billy Elliot" sentí que éste sería uno de los filmes que quedaría para la historia. Hoy, a pesar de que sus conflictos han alcanzado otros matices, continúa ganando adeptos, y de una manera extraordinaria. Del séptimo arte ha sido llevado a las tablas para convertirse en uno de los musicales más queridos a nivel internacional.

Con libreto de Lee Hall, adaptado y dirigido por David Serrano y coreografía de Peter Darling ha viajado por todo el Reino Unido e Irlanda, y está presentándose en los meses de octubre, noviembre y diciembre en Madrid, en el Nuevo Teatro Alcalá. En el reparto une experiencia y talento, por una lado se pueden citar intérpretes tan consagrados como Natalia Millán, Carlos Hipólito y Adrián Lastra, por el otro, figuras jóvenes como Pau Gimeno, espléndido en la piel de Billy Elliot, y Beltrán Remiro, genial como Michael.

Le viene muy bien el calificativo de "soberbio espectáculo" que le atribuyen los espectadores, pues es un derroche de sensibilidad y de buen gusto. Su director ha bebido de la fuente de Stephen Daldry para ofrecer una emotiva historia y unos personajes de absoluta carnalidad. A eso se le suma el aderezo: el sello musical de Elton John.

De la película de Stephen Daldry

Fue estrenada en el año 2000. Se basa en una historia real, cuenta la vida de un jovencito, Billy Elliot, y su empeño por cumplir su sueño: ser bailarín. Esto ocurre en medio de un complejo contexto, en una ciudad minera del norte de Inglaterra durante la huelga de mineros de 1984 al 1985, en que el gobierno de Margaret Thatcher.

Billy Elliot debe tomar la decisión de enfrentarse a su padre para abandonar el ring de boxeo y comenzar las clases de ballet. Su pasión por la danza cambia su vida, une a su familia e inspira a su comunidad.

Billy Elliot el Musical

Tiene su basamento en la película "Billy Elliot: I Will Dance". Ha alcanzado tanta popularidad como la película, el número de espectadores crece por días.

Se planea que para julio llegue a Alemania su versión en inglés. Esta versión desprende una alta sensibilidad, en la que a veces se hace protagonista el estilo musical, la danza, el montaje escénico, los sentimientos humanos,... En la puesta en escena cobra personalidad la rabieta de Billy Elliot hasta convertirse en un personaje más que se alza gloriosa ante los prejuicios sociales. Nos remite al triunfo de la perseverancia.

Para los escépticos esta es una buena lección: el teatro abre sus puertas al mundo y con todas sus glorias.