Por mucho que pasen los años, por mucho que cambien los Libros, el cine, las series y la sociedad, esta siempre va a buscar Historias que ver, escuchar, leer, vivir y contar. Porque el ser humano siempre está ávido de historias. Pero hay que saber contarlas si el narrador quiere mantener la atención de su público. Y en esta sociedad de prisas, picoteo audiovisual, de inmediatez, vídeos cortos en Youtube, estados fugaces en Instagram y mensajes cortos en Twitter, Manuel Bartual demostró al mundo entero que sí es posible contar una historia larga, poco a poco, valiéndose de 140 caracteres.

Contando sus vacaciones a través de Twitter consiguió que miles de personas por todo el mundo siguiesen de cerca cada uno de sus twits. Supo captar la atención de un público muchísimo mayor del que él había esperado. Marcó un hito en la historia de esta plataforma social, pues una cantidad ingente de usuarios se volcó por completo con él, llegando incluso a preocuparse realmente por su estado cuando no enviaba algún mensaje en varias horas.

Cuando publicó el final de su historia la reacción de los seguidores fue diversa: había quienes quedaron encantados pues comprendieron desde el inicio que se trataba de ficción, otros se sitieron ofendidos frente al engaño... vivo reflejo de las redes sociales.

Pero lo importante de todo esto, la moraleja, es que la gente sí puede seguir una historia de larga duración sin que esta sea en formato audiovisual.

El ser humano necesita historias

Porque el ser humano necesita las historias. La gente se muestra ansiosa por consumir nuevas aventuras y busca incasable nuevos narradores que transmitan alguna historia que les enganche, les mantenga en vilo y les sorprenda, a la par que les divierta y entretenga.

Pues eso son las historias, ¿no? Entretenimiento. Espectáculo. Pero también son experiencias.

Desde tiempos inmemoriales, los humanos han contado historias y seguirán haciéndolo, pues es una de las formas más efectivas que existen para prepararse para la vida. Las historias están en todos los sitios: relatos junto al fuego, amigos contando alguna brabuconada, gente hablando de algo que les pasó cierto día, incluso quien inventa una excusa o una mentira se convierte en un narrador (práctica nada aconsejable).

La figura del "cuenta cuentos" sigue más viva que nunca, y puede ser más compleja y extensa que un padre leyendo a su hijo para que duerma.

Porque las historias son la mejor forma de prepararse para la vida de una forma amena, empática, sorprendente y divertida.