El gimnasio para los griegos era el centro dedicado al entrenamiento físico, pero no solo eso, también espiritual. Por supuesto, era utilizado por aquellos que iban a participar en los juegos públicos y en definitiva, era un lugar donde socializar ya que estaban constantemente entre semejantes. Nuestra palabra gimnasio proviene del griego gymnos, que para sorpresa de todos, significa desnudez.

Los atletas realizaban las competiciones desnudos ya que era una manera de mostrar la belleza de los cuerpos además de ofrecerlo como tributo a los dioses.

Los dioses que protegían este centro eran Heracles, Hermes y en el caso de Atenas, Teseo.

El gimnasio en la sociedad

Algunas costumbres sociales se desarrollan alrededor del gimnasio como por ejemplo, las pruebas atléticas que como comentábamos antes no solo eran pruebas físicas sino también espirituales. Se practicaban en honor a los dioses y es por eso que surgen algunas prácticas como los Juegos Olímpicos o en otros casos, las prácticas atléticas formaban parte de rituales de carácter funerario.

El que ganaba alguna competición deportiva, aunque no era recompensado con nada material, era recompensado en honor y en reconocimiento, ya que pasaría a ser elogiado en la sociedad griega.

Estructura del gimnasio

Aunque nos pueda parecer simple, el gimnasio en la Antigua Grecia se constituía por un terreno cercado que a su vez estaba dividido en zonas para que los atletas se organizasen. Así nos dice Pausanias que era el antiguo complejo de Elis, que reconstruía una sencilla ágora.

Por supuesto, los griegos nunca fueron de quedarse estancados en la artes y es por eso que con el tiempo se fueron desarrollando en formas diferentes.

Llegaron a construirse con puerta ornamentadas, paredes con frescos, etc. Llegando al punto en que se convirtió un espacio que no solo estaba destinado para los atletas sino también para otras personalidades como filósofos, retóricos y literatos. Allí, daban conferencias a sus alumnos mientras paseaban por las stoas que eran pasillos porticados donde daba la sombra y se cubrían de las inclemencias del tiempo.

Es por eso que los gimnasios pasaron de ser pequeños centros deportivos a centros de reunión para toda clase de personas.

Por último, era usual que todas las ciudades griegas con importancia tuviesen su propio gimnasio situado siempre a las afueras y normalmente junto a un bosque. Para que nos hagamos una idea, Atenas tenía tres gimnasios.