Introducción a los antecedentes

Cada vez el arte está más difuso llegando al punto en el que no podemos saber exactamente si algo o no es arte contemporáneo. Antiguamente, se seguían unos parámetros establecidos lo que hacía mucho más sencillo distinguir una obra de arte, además de que estos parámetros se metían hasta en la moral de los ciudadanos que sabían que el arte normalmente era sobre retratos, representaciones mitológicas, representaciones bíblicas y depende de la época se podían hacer otro tipo de obras como por ejemplo los bodegones que tienen sus respectivas representaciones a lo largo de las distintas etapas artísticas.

Después de todo este sin fin de academicismo donde los artistas comenzaron a sentirse enjaulados, comienzan a surgir las vanguardias y finalmente, hoy en día, tenemos un arte contemporáneo que siempre se pone en duda de si debería seguir este camino o volver a los inicios del siglo XX y estancarse ahí.

Por supuesto, la crítica de arte siempre estará ahí para guiarnos pero la verdad, este tipo de cosas hacen mella en el arte actual.

¿Qué pasó?

Resulta que en el Museo guggenheim que está en Bilbao ha habido una situación un tanto extraña. Suponemos que el primero que empezó a admirar el carrito debió de sentirse bastante tonto cuando se dio cuenta de que aquello no era una obra de arte. ¡Y es que sí!

Confundieron un carrito de la limpieza con una obra de arte simplemente porque estaba parada en medio de una sala expositiva y claro, ¡ante la duda mejor no tocar!

La portadora de ese carrito, una mujer llamada Matilda P.R. estaba de servicio en una de las salas de exposición pero claro, la llamaron urgentemente y tuvo que dejar allí el carrito.

Con todo el ajetreo, se olvidó del carrito y se quedó allí cogiendo polvo. Los visitantes del museo no tardaron mucho en rodear el carrito creyendo que se trataba de una obra de arte contemporáneo. Es más, incluso los guardias de seguridad se acercaron a observar la obra y, para colmo, uno de los visitantes ofertó 400.000 euros, ¡tal cual!

Al parecer este mecenas quedó asombrado por la obra diciendo que era la obra más auténtica que había podido ver en su vida y que representaba la esencia de la vida, la cruda realidad sin reparos.

¿Cómo acabó el suceso?

Veréis, cuando llegaba el siguiente turno de limpieza, llegó una limpiadora que no estaría al tanto de las reflexiones de aquel grupo de visitantes y entonces cogió el carrito y se fue. En ese momento, la gente allí amontonada se movió antes de morir de la vergüenza y como si nada hubiese pasado.