Si la ciudad de Mérida, ya es de por sí un entorno fantástico para transportarse al pasado, durante la obra de Las troyanas, presentada en la 63 edición del Festival de Teatro Clásico de la ciudad, la historia se dobla en sí misma como un papel y el espectador va dando saltos del pasado al presente y del presente al pasado.

La obra del Gorgojo

Uno de los mejores recuerdos que tengo sobre las obras que he disfrutado en los diferentes certámenes del festival fue la obra del Gorgojo, protagonizada por Rafael “El Brujo”. Yo tenía por entonces 13 años o algo así.

Recuerdo que salí del teatro pensando: "¡Me encanta la comedia, siempre es más divertido reír que ponerse triste!". Y me parecía algo lógico elegir una comedia a una tragedia, así lo he pensado siempre. ¿Quién va a querer llorar antes que reír?

Y otro año más, allí me encontraba en el mes de julio sentada en el Teatro Romano de Mérida, pero ahora dispuesta a ver un "dramón". Me resultó innegable que la obra esté dirigida por una mujer. Los sentimientos de todas esas mujeres a flor de piel jamás serían tan fielmente representados por un hombre y Carmen Portaceli deja su alma en la obra, al igual que el reparto de actrices, Aitana Sanchez Gijón, Alba Flores, Maggie Civantos, Pepa López, Míriam Iscla y Gabriela Flores.

Todas ellas empatizan con el sufrimiento de todas las mujeres salpicadas por la Guerra y así también lo hace el único hombre que forma parte del reparto, Ernesto Alteiro, aunque desde un punto de vista distinto, pues su papel representa lo peor del ser humano, la cobardía frente al sufrimiento ajeno.

¿Soy yo la huérfana de mis hijos?

Poco a poco avanzaba la obra. No hubo música, solo efectos de sonidos. El escenario casi sin decoración, solamente una gran pantalla en forma de “T” en la que se visualizaban las imágenes del mar y de mujeres con pañuelos en la cabeza, de rostros tristes y angustiados. De repente, en la mente de todos los espectadores allí estaba, La Guerra de Siria, una tragedia contemporánea reflejada en una obra clásica.

La obra es una analogía brutal de dos guerras separadas por siglos de diferencia, por un mar de tiempo, pero en la que sin embargo, el dialogo de las mujeres, la voz de aquellas troyanas, atraviesa el tiempo y los intereses de la época clásica para dar voz al sufrimiento de las Mujeres sirias. Pero la obra no queda en el grito de una multitud de mujeres desesperadas por la guerra. A través de la figura masculina de Taltibio, el mensajero que informa del terrible futuro a todas esas mujeres, refleja la cobardía del pueblo europeo, de todos nosotros, que hemos permitido y permitimos tal sufrimiento, auto convenciéndonos que nada podemos hacer.

Y así se desarrolla toda la obra, entre lamentos, lloros y desesperanza. Las Troyanas de Eurípides es un drama clásico, pero tan actual como la guerra misma, pues esta, la guerra, es en definitiva intemporal, como esta obra.