Christopher Nolan se ha convertido desde hace algún tiempo en el cineasta de referencia para los aficionados al Cine (que no cinéfilos) que creen haber encontrado en él, al Spielberg de su generación. Es decir, un director que con solo escuchar su nombre es capaz de llevar a cierto público al cine, como mayor reclamo que los actores protagonistas. Pero si bien el británico mantiene un nivel de dignidad en toda su filmografía, sus últimos trabajos no terminan de confirmar al genio que muchos vieron e irrisoriamente compararon con Stanley Kubrick.

Un refrito del cine bélico

Esa es la impresión que causa al ver Dunkerque, que no es un film con una entidad propia que pretenda contar algo. Más bien se queda en una superficialidad bien compactada. No es una película profunda que intente analizar las consecuencias devastadoras de la guerra y su impacto con el ser humano como La delgada línea roja de Terrence Malick, a la que intenta imitar en la subtrama de la amistad entre el soldado inglés y el francés.

Tampoco es Salvar al soldado Ryan del antes mencionado Steven Spielberg, aunque pretende dar ese sentimentalismo solemne de los soldados que actúan dignamente ante las adversidades de la situaciones. Y por supuesto no es Apocalypse Now de Francis Ford Coppola en la historia del barco que cruza hasta las líneas enemigas, con una soberbia interpretación de Mark Rylance, algo a lo que nos tiene bien acostumbrados.

Serios problemas de guión

Que Nolan es un fantástico director nadie lo duda. Visualmente es un prodigio además de tener un sentido del montaje realmente revelador en ocasiones, pero convendría recordar que para que una película sea buena, lo fundamental es tener un buen guión. Si no, todas las películas de Brian de Palma serían obras maestras y la realidad es que distan bastante de serlo.

Su guión, escrito esta vez sólo por el y no con su hermano Jonathan como ocurre a veces, carece de prácticamente rigor en la narrativa. Muestra varias historias en paralelo que pretenden poner de manifiesto los diferentes puntos de vista de varios combatientes. La amistad entre el soldado francés y el británico quizás es el mayor punto a favor, donde con apenas diálogo y con sus actos como referencia entendemos perfectamente el carácter y la personalidad de estos personajes, algo que contrasta totalmente con el personaje interpretado por Kenneth Branagh, un almirante que no deja de dar discursos grandilocuentes.

Esto es muy propio del cine americano, pero tan poco realista y creíble que resulta pesado y vergonzante. La historia del barco con los adolescentes y Cillian Murphy, a parte de ser totalmente prefabricada para emocionar en un director ya de por si poco emocional, padece grandes problemas de estructura, ya que la alterna con flashbacks absolutamente mal contados, que crean una gran confusión. Sin embargo como nota más positiva la historia de los aviadores, con el excepcional Tom Hardy (quien ha cogido la costumbre con Nolan de que su rostro apenas se vea) trasmite una gran emoción, a parte del gran espectáculo cinematográfico que ofrece.

El resultado final no compensa, es muy irregular. Intenta aderezar toda la película con una tensión en la que no deja respirar, lo que hace que esta sea redundante y a menudo se caiga en el tedio.

La repetitiva música de Hans Zimmer, que no deja de sonar ni un solo segundo, termina siendo muy cargante, como ya lo era en Origen. Después de parecer simplemente una película de acción durante 95 minutos, los últimos cinco del metraje, intenta darle una extraña profundidad que no encaja ni con calzador. Pienso que motivado más porque no le digan que se ha quedado en la superficialidad del conflicto bélico.

Después de la muy irregular Interstellar, donde el tedio y la vergüenza ajena se alternaba con grandes momentos cinematográficos y la anterior El caballero oscuro: la leyenda renace, última parte de la trilogía de Batman, donde sobrevivía por el oficio por encima de un pésimo guión, habría que remontarse al 2010 para recordar Origen, donde sin ser el peliculón que muchos vieron, realizó una magnífica y entrentenidísima película comercial a pesar del evidente plagio del anime Paprika, el detective de los sueños.

La última vez que el británico le dio una profundidad a su trabajo fue en El caballero oscuro, donde a pesar de ciertas irregularidades, consiguió plasmar una historia y unos personajes que analizaban muy bien los orígenes de la violencia. Aunque sin lugar a dudas, su mejor película sigue siendo Memento, que quizás por ser independiente y tener poco presupuesto, hizo algo mucho más original y poco industrial que pretendía dar su visión pesimista acerca del ser humano con una narrativa tremenda.

Dunkerke no está mal, pero creo que se queda lejos de lo que seguro pretende el bueno de Chris Nolan. Quizás estaría francamente bien que para la próxima vez, aceptase el guión de otro... pero claro que no sea como cuando lo hizo en Insomnio, para no volver a provocarnos un ídem.