La calle de Válgame Dios, situada hoy entre la de Barquillo y Libertad, cerca de la calle de Hortaleza, forma parte del centro de Madrid, pero en tiempos de los Austrias estaba situada en las afueras del norte de Madrid.

El nombre de esta calle tiene su origen en una leyenda que se fija en los últimos años del reinado de Felipe II y concretamente nació en un convento-ermita de franciscanos que existía donde a día de hoy se levanta la basílica de San Francisco el Grande y que cobró especial relevancia con la llegada de la Corte a Madrid.

Según la leyenda, durante una madrugada de invierno, llamaron a la puerta del convento de San Francisco unos golpes desaforados que se repitieron hasta que un hermano franciscano se asomó por la mirilla a preguntar el motivo de aquel escándalo.

Distinguió a dos hombres embozados que pidieron de forma urgente la presencia del prior para que asistiera a un moribundo.

El buen hombre solicitó que le acompañase un hermano, el cual, sin fiarse del aspecto de aquellos individuos, guardó debajo del hábito la espada de un difunto caballero al que debían enterrar a la mañana siguiente.

Los cuatro hombres echaron a andar por las calles desiertas de Madrid, pasando por la calle Carretas, la actual Puerta del Sol y los Caños de Alcalá. En un momento determinado, los individuos embozados decidieron atar a los monjes; el cura fue reducido, pero el hermano lego rompió el silencio madrileño a espadazos con uno de los individuos. El otro se llevó al prior apresuradamente hasta una covacha donde había una mujer con un recién nacido entre sus brazos.

El secuestrador dijo al prior que bautizara al bebé y confesara a aquella mujer antes de que éste acabara con sus vidas.

El prior, amenazado de muerte por aquel delicuente, cumplió su deber. Cuando el secuestrador iba a asesinar a madre y bebé, la mujer gritó con vehemencia y miedo "¡Válgame dios!". Tras el grito, de repente aquel individuo cayó fulminado al suelo, atravesado por la espada del lego que había conseguido zafarse del otro criminal.

Los dos religiosos salvaron sus vidas y también la de aquella mujer que portaba al bebé. A la mañana siguiente, el suceso corrió como la pólvora por Madrid y la calle donde la mujer lanzó aquel grito pasó a ser conocida como "calle de Válgame Dios".

Actualmente, la calle que recuerda una curiosa leyenda es de las más transitadas de la zona de Chueca, que no olvida un oscuro suceso que quedó plasmado en el callejero madrileño.