Inspirado por Michael Tucker, creador de Lessons of Screenplay, me gustaría hacer un pequeño experimento con ustedes, mis lectores. Me gustaría pedirles que tararearan cualquier canción de Star Wars. Tómense su tiempo.

Ahora, cualquiera de Indiana Jones, seguro que les sale. Ahora probemos con Harry Potter, casi puedo oírles cantar. Ahora de Juego de Tronos. Fácil, ¿verdad? Ahora, tarareen cualquier canción, la que sea, de una película de Marvel.

Más de 60 películas componen esta familia de filmes, hechas por diferentes productoras; y estoy casi seguro de que muy poca gente podrá salir airosa de esa última pregunta.

Con suerte, tararearán el tema principal de los X-men, o Spiderman, pero recordemos que dichos temas vienen de las series de TV animadas.

Esta ausencia de identidad en su música es extrapolable al resto de factores que componen estas cintas. Se trata de una oleada de películas que destacan por su impresionante número, pero no por singularidades.

No importa el mensaje; sino el Box Office

Desde 2008, cuando comenzó el específico Universo Marvel, que busca conectar todas las obras, hasta ahora; Marvel Studios ha gastado 2.705 millones de dólares en hacer 15 películas; habiendo recaudado más de 11 billones de dólares. Se trata de cifras astronómicas, que, seguro en su mayoría, corresponden a una publicidad brutal, a costa de un trabajo que no requiere mucho esfuerzo por parte del equipo creativo.

Son películas que repiten la misma fórmula; sin riesgo alguno, y que, además, están aventajadas debido al material en cómics y animación.

Otras sagas, cuyas entregas son menos numerosas, consiguen resonar en varios niveles personales de su audiencia. Harry Potter, por ejemplo, con solo ocho películas despierta mayor cúmulo de emociones, y de mayor intensidad y profundidad, ya que sus personajes están mejor escritos; son más reales.

Sus problemas o dramas están mejor identificados, porque, aunque estén un mundo de fantasía, tienen dilemas cotidianos por los que todos pasamos, y además es una obra que contiene aspectos narrativos que son un reflejo de nuestra propia historia o personajes históricos.

Star Wars es una saga de películas que no brilla por su guion; seamos francos.

Pero su mensaje es enormemente potente, universal, que ronda preocupaciones personales como el miedo a la madurez, el deseo por la aventura, el dilema de elegir el bien o el mal, puesto que uno es más fácil y otro es menos satisfactorio.

Las películas de Marvel tienen un mensaje que se repite a medida que la amenaza del terrorismo aumenta desde la tragedia de las Torres Gemelas. Estas películas buscan responder a esa necesidad por un mundo donde los héroes nos salvan de los ataques extranjeros; es por eso que la mayoría de villanos son de Europa del Este, o árabes; mandando un mensaje muy equivocado a su audiencia, y generando más empoderamiento del hombre blanco. Porque esa es otra, mujeres heroínas en las películas de Marvel, prácticamente ninguna.

Una audiencia poco exigente

No quiero decir que yo, personalmente, no sea capaz de disfrutar de una película de Marvel. Son entretenidas, y tienen muchas explosiones; pero forman parte de esa maldad hollywoodiense, que nunca arriesgará ni un centavo en nuevas ideas, a menos que los espectadores digan basta.

Y es ahí donde reside el problema; la gente que consume estas películas sigue esperando hasta después de los créditos a la escena de turno, generan múltiples de teorías sobre las siguientes películas, y esto lleva pasando muchos años. Pero entonces esas películas con las que fantaseaban llegan, y son más de lo mismo. Aún así, ahí están, después de que el último nombre se deslice sobre la oscura pantalla, deseando saber cuál podría ser la siguiente entrega, sin darse cuenta de que les darán la misma papilla de siempre.

Por supuesto, no toda la audiencia de estas películas es así; pero en su gran mayoría, responden con fidelidad a la llamada de estos superhéroes que poco les van a aportar; ni siquiera en el ámbito musical. Hay excepciones que marcan la dirección, como la trilogía de Batman hecha por Nolan, pero incluso DC se ha rendido al sistema capitalista descerebrado de Marvel Studios; y nos están ofreciendo soberanas basuras, sin importar si rinden un buen homenaje o no al material original.

Cuando veo Los Vengadores, no puedo evitar reírme de ese grupo surrealista de personajes, con los que nunca podré identificarme; en escenas en las que hablan, sin moverse de su sitio, encuadrados con pereza por planos-contraplanos, y con una música que bien podría asemejarse al ruido ambiental de un aire acondicionado. Se trata de una serie de películas en las que siempre ha de haber una escena en la que el musculitos de turno sale sin camiseta, pero que ignora el poder palpitante de, por ejemplo, la música.