Uno de los principales acontecimientos que marcaron el desenlace de la Segunda Guerra Mundial comenzó en junio de 1941. Hitler, en la llamada Operación Barbarroja, lanzó a su ejército a la invasión de la Unión Soviética de Stalin. No importó el pacto de no agresión "Ribbentrop-Molotov" que dio vía libre a Alemania para invadir Polonia; tampoco importaron las dificultades que entrañaba la empresa; y menor interés se puso en el antecedente de Napoleón sucumbido ante el invierno ruso.

Los fines de Hitler eran simples: borrar del mapa al comunismo y acabar con el pueblo ruso, al que infravaloraba.

En ningún momento tuvo en cuenta que la Unión Soviética doblaba en población a Alemania y que el Ejército Rojo no era tan débil como intentaba plasmar. Estaba convencido de que con la "guerra relámpago" -que había funcionado en Francia o Polonia- acabaría con Stalin antes del verano.

Asimismo, el líder soviético no tomó muy en serio los planes de Hitler. Hasta que no vio la caída de Kiev, el hambre provocado por el sitio de Leningrado y el avance directo hacia Moscú, Stalin no movilizó al país ni dejó en manos de expertos militares las estrategias a desarrollar. Sin embargo, su decisión de no abandonar Moscú y reforzar la disciplina aumentaron la moral del ejército soviético, que pronto pararon los pies a los alemanes y quitaron la iniciativa militar a Hitler.

Los planes de Hitler de acabar rápido con la Unión Soviética fracasaron y llegó el invierno, al que en ningún momento prestaron atención.

Además Stalin ya contaba con apoyo aliado y con una fuerte economía de guerra que superaba con creces a la alemana. Pero la balanza se decantó hacia el lado de Stalin tras dos batallas cruciales: Stalingrado y Kursk.

En febrero de 1943, los rusos derrotaban en Stalingrado a los alemanes en una de las grandes batallas de la Historia, que significó el prefacio de la caída de la Alemania Nazi.

Poco después, en agosto de 1943, los soviéticos destruían la mayoría de la fuerza acorazada de Hitler en el mayor despliegue de tanques de la Historia. Stalin había vencido a Hitler.

El resultado es de sobra conocido: comienza la caída de la Alemania nazi y las tropas soviéticas marchan hacia Berlín. Al final, Hitler se suicida el 30 de abril de 1945, a principios de mayo los soviéticos entran en la capital alemana y el 8 de mayo de 1945 se rinde incondicionalmente Alemania.

La guerra total entre Hitler y Stalin había finalizado y el líder soviético asentó su poder en el este de Europa. Había derrotado al enemigo, pero no hubo suspiros de alivio. Un nuevo rival acechaba al otro lado del Atlántico: Estados Unidos y el capitalismo...