La larga sombra de Yasujirō Ozu siempre asoma en el Cine japonés. Lo trascendental ha contaminado las escenas cotidianas de los films del país del sol naciente durante décadas y lo seguirá haciendo. La contemplación como estado espiritual es un legado que contamina de alguna u otra manera a toda una camada de directores orientales. En este film, lo trascendental no se dibuja bajo secuencias casi religiosas, es todo lo contrario, habita en el mundanal cotidiano de nuestras relajadas costumbres. Podríamos decir que Ozu es un alegato, un referente alejado pero querido, que acaba siendo mostrado con un pequeño guiño, enmarcado en una pantalla de televisión.

Yamada, 85 años le contemplan, ha llevado a cabo un buen número de films de todo tipo y género, pero es en la comedia donde mejor se ha sabido mover. Maravillosa familia de Tokyo es una peculiar mezcla de una comedia de enredo, con toque afrancesado pero con los mimbres del costumbrismo y la narración clásica. Su infatigable producción, casi de artesano del cine, al igual que ya un recordado Manoel de Oliveira, le convierte en un profesional consagrado en mostrar las vergüenzas de la clase media y por tanto nuestra inevitable levedad.

El film se mueve en detalles y detalles de expresión doméstica bajo el sonido de las pisadas en calcetines de sus personajes y una comicidad simple, con ligero toque slapstick (algunas caídas domesticas de humor blanco) .

Es la casa nipona un lugar minúsculo pero repleto de cotidiana trascendencia familiar, donde, en este caso el divorcio pone patas arriba lo insondable. Aquello que nos ata de por vida, lo intrascendente de nuestro equilibrio como seres. El por qué de una vida: el amor. Ese amor que desaparece a fuerza de desestimar a quién tienes por vida a tu lado, y que ya se ha hecho persistente como un florero.

Las riñas cotidianas, de esas parejas con hijos, los pedos –la confianza da asco-, el día a día del cariño y la cena a las 8:30. El film se mueve en ese mundo con verdadera maestría de espacios pequeños, donde lo trascendental es ¿por qué sigue junta una familia?

Nos falta tanto por aprender...