Aquellos que la hemos podido ver, y digerir, no estamos faltos de expectación por cómo puede ser este proyecto en cine. El Rey tiene todos los ingredientes para salir del Teatro hastiado de un país de mierda, por toda la caterva de mentiras que nos han colado desde la transición. En un lugar éste, que aún, está buscando muertos en las cunetas. Luis Bermejo, el Rey, es un personaje, o más bien un monarca reconvertido en ciudadano o en persona de a pié que se va encontrando con preguntas que no sabe como responder, o al menos despejar después de que su trono ha dejado de ser lustrado a convertirse en un sofá, o más bien una poltrona donde entre luces y sombras (más sombras que luces) los interlocutores: Alberto San Juan y Guillermo Toledo, le interponen frente a la Historia.

Los acontecimientos y la forma cómo este Rey, Juan Carlos I, llegó al trono y los compañeros de baile, desde Franco hasta la actualidad, con los que danzó y de qué manera, nos plantean la siguiente reflexión: ¿qué trágica obra de teatro nos han vendido como un ejemplar paso a la democracia?

En el 2015, la Comuna (pres@s contra el franquismo), la asociación por la Memoria Histórica acompañó la función. Sus miembros Manuel Blanco Chivite, y Pablo Mayoral sumaron a la obra la explicación de algunos de los hechos en persona. Ellos, fueron presos del franquismo en el proceso de 1975, los últimos asesinatos del Franquismo. La obra se envuelve en un tono cómico, pero con un hondo sentido nos hace reír a golpes de amargura. El trabajo se despide durante estos días y nos plantea una propuesta, un nuevo proyecto de la obra, en una nuevo formato pero desde el Cine.