La continua lucha entre creyentes y escépticos sigue en pie, las tropas de la guerra que defienden la veracidad de su aspecto paranormal se baten en duelo directo con aquellos que aseguran (algunos con hechos) que tiene una explicación científica para lo que sucedió aquel año de 1971.

Hay quienes lo catalogaron como un fraude, otros como un milagro; incluso, años más tarde de que todo pasara, las aguas volvieron a agitarse con Iker Jiménez y su programa Cuarto Milenio. En el año 2004, luego de la muerte de su propietaria, María Gómez, la casa fue convertida en un museo por el ayuntamiento del pueblo, y no faltaron las críticas por la enorme cantidad económica que significó realizar dicha hazaña.

Consecuencias directas en Bélmez

Pero ahora bien, lo que nos importa realmente en este pequeño artículo es: ¿cómo ha afectado esto directamente al pueblo, a su gente y a la leyenda andante de las Caras de Bélmez? El ayuntamiento nunca ha rechazado o desmentido el origen paranormal de dichas apariciones, y es que en realidad ha nutrido al pueblo como una gran atracción turística para quienes desean experimentar el misterio de lo inexplicable. Luego de pasar algunos años en los que la actividad turística perdió su interés, ha vuelto a retomar vuelo mientras miles de forasteros llegan cada años a visitar el suceso, ya sea para contemplar de manera personal lo sucedido, y así alabarlo, o bien sea para criticarlo y negar su origen.

Esto ha servido y colaborado en cierta manera a nivel económico con el pueblo, pero, ¿qué pasa si va a más allá de eso? ¿Qué sucede si creyésemos ciegamente en la leyenda de Las Caras de Bélmez? Pues la respuesta es sencilla, somos un portal apasionado por el terror, por lo que lo paranormal y lo misterioso nos atraen, y es que por eso, apoyaremos la existencia de las Caras y de su lado oculto.

¿Realmente existe lo paranormal?

¿Por qué es tan sencillo aceptar el milagro cristiano, o las apariciones de la Virgen y todo lo que conlleva la aceptación del buen católico? Pero cuando la cuestión se desvirtúa y hablamos de un acontecimiento más “profano”, alterando la percepción religiosa impuesta en el momento, o incluso porque sencillamente no tiene una explicación lógica, le tememos.

Nos da temor no poder identificar las Caras de la casa de María Gómez, nos aterra que sigan apareciendo más y más sin poder decir el porqué, pero sobre todo, nos hace desfallecer el hecho de que hay quien cree en una cuestión superior a lo que vemos, llamándolo fe y aceptando que existe algo más allá de la vida, y que podemos encontrarnos en otro plano con eso.

¿Quién sabe si las caras sólo buscaban comunicarse, expresarse tal vez, o incluso mandar un mensaje desde el más allá? A lo mejor, algo que simplemente nos diga: “No tengáis miedo, aquí todos estamos bien”. Al final, sólo nos queda confiar en el misterio, creer en lo que no podemos explicar, y sentirnos agradecidos con el vasto mundo que nos rodea, por darnos la increíble oportunidad de contemplar algo que no tiene una explicación lógica ni racional, todo para que cada día de nuestra vida, tenga un gigantesco sentido, y la monotonía no se haga presa de nuestra rutina.