Xavi Castillo es un bufón que nos vino de aquellas tierras levantinas, Valencia, un mundo paralelo que llegó a ser gobernado por dos grandes inspiradores del humor: Rita Barbera y Camps. En un mundo donde lo absurdo se palpa en la realidad, solamente había que subirse a un teatro y desarrollar toda la lírica que llevaba dentro el reino valenciano. No era fácil, pero Xavi Castillo lo hizo como el mayor bufón, aventajado en levantismo y cítricos que ha dado la península desde los tiempos de Jaume 1 el Conquistador.

Una vez más el valenciano nos guía por la senda de Dario Fó para constatar el estado de la Fé, en sus más inescrutables caminos.

Con la iglesia hemos topado 2, o siempre, pues hay que entenderla desde la fe y nunca desde la razón. Por eso seguimos teniendo fe en Xavi y él en la Iglesia. Sabe que la mística nunca le dejará solo, seguirá inspirándolo. Por tanto del señor y la Iglesia hablamos, una institución sin lugar a dudas milagrosa para poderla tener en pié durante 2000 años con lo que se guisa allí dentro.

Eso es lo que nos prepara el humorista, el Herege de Xátiva, una segunda entrega (chica, hoy no estoy muy católico), desde aquella primera que nos entregó por el 2006. El espectáculo, surgido de un baúl de trajes y recuerdos beáticos, casi como un teatrillo surgido desde la buhardilla de la abuela, no necesitaba más para poner patas arriba a tan insigne institución satírica (la iglesia por su puesto) y porque no, repartir estopa. Hay un repertorio magnífico para tal labor: obispos, curas, papas, pederastia, declaraciones homófogas, otro mundo, paralelo desde luego. Ahora... en el Vaticano ¡lo limpio que está todo!