En un campo ignorado de Virginia existe un monumento presidencial, probablemente el más ambicioso del mundo pero pocos lo conocen. Se trata de una granja donde permanecen varados los bustos de todos los presidentes de los Estados Unidos. Sin que por ahora se avisore una solución. Fueron exclusivamente creados para conformar la pieza central del "Presidents Park", un museo al aire libre en la localidad de Williamson.

El artista David Adickes financiado por Harold Newman diseñó meticulosamente la obra maestra que eternizaría a los políticos más altos de la nación norteamericana, desde George Washington hasta Barack Obama, con la expectativa de que superaría a su similar en Washington DC y para ello se esculpieron 43 estatuas de 22.000 libras de peso y una altura entre 18 y 20 pies cada una.

El conjunto escultórico formó parte del "Presidents Park" hasta el año 2010 cuando el parque se vio obligado a cerrar por falta de visitantes. Fue entonces que las esculturas quedaron a merced de la mala hierba y el moho; rodeadas de árboles y ocultadas por un motel recién construido en los alrededores. Así el grandioso sueño de opacar a la exposición de Washington se vio reducido a unas siluetas distantes sumidas literalmente en la penumbra.

Un tiempo después las tierras del parque fueron subastadas y con ello surgió la necesidad de desalojarlas del mismo terreno que las había hecho nacer. Newman desencantado propuso destruirlas, pero Hankins (muy apegado al proyecto) no se resignó y ofreció su finca privada como nuevo hogar provisional de los 43 inmensos bustos, quizás con la idea de que algún museo las ayudara a cobrar vida.

Es sabido que la buena voluntad no es suficiente y el traslado fue un desastre. En el camino quedaron varias narices, pedazos de cabezas y de los elegantes trajes. Las que más se dañaron fueron las de Abraham Lincoln y Ronald Reagan. (la del presidente Barack Obama se terminó pero no se pudo levantar por falta de recursos).

Pero Hankins no se rinde y ha solicitado el apoyo de la fundación GoFundMe con miras a la restauración de las figuras pero hasta el momento no hay una respuesta alentadora. Siempre que alguien le sugiere una solución alternativa se limita a responder: "Quiero preservarlas para un día compartirlas con todos. No es justo que 240 años de la historia de América se estén agrietando en un campo ignorado de Virginia".