¿Quién no se ha quedado boquiabierto ante un invento japonés?

Hacen desde un parqueo colectivo donde el chofer solo deja el auto sobre una estera automática que lo traslada a la entrañas de la Tierra, hasta una sombrilla que al tiempo que los protege de la lluvia, recolecta el agua.

Pero igual de boquiabiertos nos quedamos cuando conocemos que en la Sociedad japonesa existe un fenómeno llamado "Karochi" que en español significa: "muerte por exceso de trabajo".

El caso más reciente fue el de Matsuri Takahashi, una joven de solo 24 años de edad, que en diciembre del 2016 puso fin a su vida lanzándose al vacío desde el dormitorio de la empresa donde trabajaba, después de haber encadenado jornadas de 20 horas y superado las cien de trabajo extra en un mes.

Antes de suicidarse envió un mensaje a su madre, eximiéndola de culpa y preguntándole "por qué las cosas debían ser así". Su muerte provocó la dimisión de Tadashi Ishii, presidente del gigante publicitario "Dentsu", misma compañía donde en 1991 se suicidara Ichiro Oshima de 24 años también, luego de estar año y medio trabajando sin descanso.

Pero esta situación no es exclusiva de Dentsu. Desde 1987 el Ministerio de Salud de Japón comenzó a recopilar estadísticas de los eventos declarando al karoshi como "epidemia nacional".

El Ministerio de Trabajo reportó 2 310 víctimas solo en el 2015, aunque el Consejo Nacional en Defensa de las Víctimas de Karoshi asegura que superan las 10 000 anuales, incluyendo suicidios y muertes provocadas por derrames cerebrales e infartos en individuos jóvenes sometidos a extrema presión laboral.

¿Cómo surgió este fenómeno?

Justamente descansa en las estructuras mentales que permitieron la transición de país devastado por la Segunda Guerra Mundial a potencia económica y tecnológica.

Al final de la guerra y enfrascados en la recuperación, los japoneses no solo vieron en el trabajo una fuente de beneficios (el gobierno estimulaba muy bien a los trabajadores) sino una vía psicológica de reconstruir sus devastadas mentes a la misma vez que reconstruían el país y para ello asimilaron las empresas como una familia que exige fidelidad, devoción y sacrificios incondicionales.

Actualmente existen líneas de autoayuda para las potenciales víctimas de karoshi, así como una política encaminada a limitar los excesos en la jornada laboral.

También existe abundante literatura y una línea de ayuda para las potenciales víctimas de karoshi. El gobierno obliga a las empresas a indemnizar con cifras millonarias a las viudas, pero todos coinciden en que tratándose de un problema esencialmente cultural, tardará en erradicarse.