César Augusto Montaña Lehman, más conocido como César Strawberry, ha sido condenado a un año de cárcel tras reabrirse la causa archivada por la Audiencia Nacional en julio del año pasado. El Tribunal Supremo le considera culpable de los delitos de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas por los seis tuits publicados entre los meses de noviembre de 2013 y julio de 2014 desde su cuenta personal de Twitter.

Los magistrados rechazan así la absolución dictaminada por la Audiencia Nacional y dan la razón a la Fiscalía, que considera que existe intención de humillar a las víctimas por parte del cantante, del mismo modo que también estiman que incurre en un delito de enaltecimiento del terrorismo.

La acusación había pedido un año y ocho meses de cárcel.

Los tuits de Strawberry

“El fascismo sin complejo de Esperanza Aguirre, política del Partido Popular, me hace añorar hasta los GRAPO”, "Cuántos deberían seguir el vuelo de Carrero Blanco" o “A Ortega Lara habría que secuestrarle ahora”, son algunos de los mensajes que llevaron a Strawberry a sentarse en el banquillo, los mismo por los que hoy se le condena a un año de prisión. El presidente de la Sala de lo Penal, Manuel Marchena, expresa en la sentencia que dichos mensajes «alimentan el discurso del odio, legitiman el terrorismo como fórmula de solución de los conflictos sociales, y, lo que es más importante, obligan a la víctima al recuerdo de la lacerante vivencia de la amenaza, el secuestro o el asesinato de un familiar cercano».

Strawberry asegura que nunca ha defendido ni defenderá el terrorismo y enmarca los tuits dentro del sarcasmo, el humor y la ironía. Del mismo modo, la defensa del cantante adelanta que acudirá al Tribunal Constitucional y confía en que no pise la cárcel al no contar con antecedentes penales.

Otros casos similares

El caso de Strawberry no es el único.

En diciembre de 2014, el rapero Pablo Hasel fue el primer cantante de rap en ser condenado a dos años de prisión por enaltecimiento del terrorismo. También es conocido el caso del ex-concejal de cultura de la Comunidad de Madrid, Guillermo Zapata, que dimitió pocas horas después de su toma de posesión tras la polémica surgida a raíz de unos tuits antiguos publicados en su cuenta de Twitter.

O el caso de los titiriteros, que fueron acusados por enaltecimiento del terrorismo por la representación de un espectáculo callejero en el que aparecía de forma sarcástica una pancarta en la que se podía leer “Gora Alka-Eta”.