Un aniversario que sorprenderá a nuestros lectores, pero que durante la dictadura franquista, la censura de todo lo que se saliera de su ideario político y religioso era implacable. Una de las armas era el doblaje obligatorio de las películas extranjeras no habladas en español, con lo que se podía alterar la traducción de algo relacionado con esos dos temas.

Uno de ellos era lo que se resumía bajo el lema "Jamás el adulterio triunfa". Si Madame Bovary de Vincente Minnelli fue prohibida aquí, por razones obvias, hubo dos películas que presentaban también adulterios: Lady Hamilton, sobre la amante del Almirante Nelson.

La censura quiso convertirlos en hermanos. Sí, en hermanos. Un alto directivo cinematográfico se negó a ello. Fue despedido. Y no sólo eso: en el estreno, y agárrense, sufrió dos excomuniones del entonces temido y poderoso Cardenal Pedro Segura, ya que en aquella época muchos curas y obispos amenazaban con la excomunión a quienes fueran a ver determinadas películas. Semejante rocambolesco episodio llegó al Vaticano, donde el Papa Pío XII, asombrado al conocerlas, anuló ambas excomuniones.

Pero la censura de este tipo que llegó al paroxismo fue la de Mogambo de John Ford, protagonizada por Clark Gable, Ava Gardner y Grace Kelly. El personaje de la futura Princesa de Mónaco tenía una aventura con el protagonista, y los censores creyeron arreglarlo haciendo pasar por hermanos al matrimonio de la Kelly y su marido.

El escándalo fue monumental, involuntario, claro. Por suerte, en 1971, se reestrenó la película correctamente doblada y traducida. Además, no se sabe por qué la censura hizo aquello, cuando al final la Kelly se va con el marido y Gable se queda con la Gardner. Manías de los censores, que padecían las paranoias más absurdas y que hoy en día hacen que se les vea tan pintorescos como a los bomberos quema-libros de Fahrenheit 451.

Muchos casos hubo parecidos, ya que para la censura, que formaban un sacerdote, un militar, un falangista y un democristiano en la primera época de la dictadura, era más fácil mostrar una muerte violenta de un actor que un beso en los labios, y eso que entonces era castos esos besos, que sistemáticamente eran cortados.

Otro caso de censura flagrante corregida con un nuevo doblaje posteriormente fue el de Casablanca, donde se omitía que el personaje de Humphrey Bogart hubiera combatido en España con los republicanos en 1936.

Se puso que estuvo en 1938 en Austria contra la anexión del país por los alemanes. Pese a que decía el protagonista que le pagaron muy bien, el capitán Louis Renault (Claude Raines) le replicaba: "Los vencedores le habrían pagado mucho mejor".

Pero eso no convenció a la censura de Franco, que por si acaso, suprimió la alusión a España, como la suprimió de La dama de Shangai, la obra maestra de Orson Welles, donde el protagonista estuvo en España, en Murcia ("Yo era un espía de Franco", decía), pero se cambió por Trípoli (Libia), y no se decía muy claro qué hacía allí.

Y sin contar las escenas suprimidas directamente por la censura, que se añadieron a la copia íntegra después de muerto el dictador, como las escenas de besos en el tren entre Cary Grant y Eva Marie Saint en Con la muerte en los talones de Alfred Hitchcock o una escena de la comedia italiana Pan, amor y…, con Vittorio De Sica y Sophia Loren, donde un grupo de curas corría por la playa mientras los dos protagonistas tenían allí mismo un encuentro amoroso. Un ejemplo entre miles.