En Galicia, hemos estado con una seguidilla de días despejados, ¿pero porque no lo disfrutamos?, la explicación es debido a que el sistema de anticiclón que se tuvo desde el 20 de diciembre, hacía que soportáramos una mayor presión atmosférica sobre nuestros cuerpos. Las personas sensibles a los cambios del tiempo y de la temperatura, seguramente estos días han pasado mal. Científicamente el problema se explica porque al aumentar la presión barométrica, todos los espacios que contiene nuestro cuerpo sufren la diferencia que existe entre afuera y dentro, lo que favorece una expansión del volumen de aire, por ejemplo en los oídos, los senos nasales o los pulmones, y produce una dolorosa afección que puede producir dolor de cabeza.

Las personas que sufren de tensión arterial alta también se ven afectadas por estos cambios barométricos. Los médicos recomiendan ir a un lugar cerca de la playa para personas con tensión alta, y la montaña para los que tienen tensión baja. Otro factor a tener en cuenta es que afecta a las personas con artrosis, por lo que es conveniente caminar y colocar calor en las zonas que estén afectadas. Como todos los seres que vivimos en la Tierra, nos adaptamos fácilmente, pero eso no quita que nuestro organismo sea vulnerable y padezcamos dolores cuando hay modificaciones en la atmósfera.

El aire pesa, ¡y mucho!, en una zona de costa, y calculando el área de un metro cuadrado pesa una 1 tonelada, para medirlo Torricelli en el Siglo XV, puso una barra de mercurio de 760 milímetros sumergida en una cubeta de ese metal a 45º de latitud, a 0º Celsius y a nivel del mar, con esto se comenzó a tomar la medida del "peso" del aire.

Por eso en la cima de una montaña disminuye porque allí arriba hay menos aire. Ahhh! pero tranquilos, que debido a que el aire esparce la presión en todas direcciones y que la propia presión del cuerpo equilibra con la de afuera (cuando los extremos están enfrentados, en el medio está la virtud), no permite que nos arruguemos como una botella de plástico al que le pusimos un pie encima. Así como a nivel del mar, soportamos 1 kilogramo por cada centímetro cuadrado, en la cima del Everest, es de tan solo 0,316 kg/cm2.