Ya lo decía el gran Toni Leblanc "Viva España y sus satélites, que no tiene pero si los tuviera serían los más grandes y mejores del Mundo". La España de la Aznaridad (término acuñado por Vázquez Montalván) se caracterizó por su arrogancia y esa manía de haber vuelto al siglo del Imperio cuando "el mundo se doblegaba ante las Picas Castellanas". En este contexto tenemos perlas del estilo "Hemos construido el AVE más rápido del Mundo" y necesito 10 años en superar los 200 km/h y aún tiene curvas a 80 km/h de triste recuerdo; o decidir, saltándose toda legislación marítima y convención al respecto, alejar un petrolero en pleno naufragio. Pero no solo la aznaridad tiene perlas los integrantes del partido que govierna hoy y en plena Aznaridad (el PP), hizo bandera de los desastres que amaso en siete años el equipo de Zapatero. Y hoy estamos delante de una decisión que esperemos no lamentar: el ministro de los hilillos de plastilina puede acabar sepultando estos con el desastre sanitario mayor desde el "Síndrome de Colza", que como cualifico ya el ministro de la época (Jesús Sancho Rof) "un bichito que se cae y se muere".

A los españoles nadie nos ha de enseñar nada. A la natural soberbia que nos caracteriza, se nos añade esa ignorancia de la cual solemos alardear. Cada español cree haber nacido o en su defecto adquirido todo lo imprescindible para triunfar en ese mundo, menospreciando lo que no sabe y escarneciendo quien lo sabe. Twitter está lleno de genios que discuten sobre lo que no conocen o han oído por allí, con gente que sabe de qué habla, y encima acaba discusiones con un "Y otra vez habla con conocimiento de causa" entre insultos que no reproduciré.

En este contexto nuestros mandatarios no son más que hijos de este pueblo. Por un lado tenemos tendencia a imitar y copiar todo lo que viene de fuera. Esto parecería contradictorio a nuestra soberbia, pero nuestra soberbia es fruto de un sentimiento de inferioridad; creerse superior tiene un defecto, que si nadie te lo reconoce, primero te enfadas aunque a la larga acabas reconociendo que a lo peor tienen razón. Es por este motivo intentamos colarnos en las fotos cómo hizo Aznar en las Azores o Zapatero de estranquis en el G8; montamos decorados impresionantes como en Valencia o creamos nuestro propio Premio Nobel (el Príncipe de Asturias) que al final damos a quien se compromete a venir a recogerlo. Pero por otro lado estamos convencidos que somos los mejores; así cuando tenemos una idea propia no miramos la experiencia que pueda tener otra gente sobre la cuestión, tiramos para delante sin mirar.

Es una desgracia que un misionero español haya caído enfermo de Ébola. Obviamente él y los más de mil casos ya registrados. Que tiene de especial este caso, que pudo llegar a España su mal estar por sentirse "abandonado" en África. Faltó tiempo para hacer una petición de repatriación, y teniendo en cuenta que es la Iglesia le faltó tiempo al gobierno para proceder a ello.

Dos consideraciones sobre el caso. Primero sólo se repatrian enfermos que tengan concertado un seguro sanitario que lo contemple, y siempre que lo consienta Salud, que si es contagiosa no ordinaria será que no. Y segundo este verano estamos cerrando plantas para las enfermedades comunes porque no hay dinero para pagar sustituciones en vacaciones, a esto se suma que el hospital de referencia en Madrid de enfermedades tropicales, el Carlos III que es donde lo han llevado, se ha literalmente desmantelado tanto en material como en personal, siendo hoy usado como hospital de nivel 1; entonces traemos a alguien con una enfermedad altamente infecciosa en un hospital que se ha tenido que volver a montar todo otra vez más abrir y aislar dos plantas (y sacar los enfermos comunes ingresados); y no teníamos dinero. La pregunta es clara ¿Quién lo va a pagar? Porque ya sabemos que la Iglesia nunca paga nada. Hoy ante las críticas se ha insinuado que se le pasará factura del traslado a su orden (que eran los que se habían de haber movido). 

Pero aquí falta aún otro elemento. Se trae porqué allí la sanidad está muy mal. De entrada seguramente allí saben más de Ébola que en España que nunca ha habido (y toquemos madera); tener la máquina que hace pip! (ver película "El sentido de la Vida" Monty Python) de poco sirve si no sabemos cómo curarla; aunque aquí hay más de racismo cultural y cosmovisión Española que conocimiento real del mundo en que vivimos. Después tenemos el personal sanitario extranjero que la ha contraido se queda allí por responsabilidad (excepto los dos Americanos que se los trajeron seguramente como cobayas); es extraño que un "misionero" abandone a sus feligreses también enfermos, y que ponga en riesgo a más gente sólo por miedo a morir allí; muy extraño para alguien que pone todo en manos del Señor. Y para terminar traemos un enfermo de Ébola a un lugar mil veces más poblado, ponemos en riesgo al personal sanitario, y con ellos sus familias, amistades… en una sociedad donde a diferencia del África la mayoría de gente se desplaza cada día del orden de centenares de kilómetros que cubren áreas donde viven millones de personas y durante el desplazamiento entra en contacto directo con decenas de personas. Éste es el peligro que describo en "El Ébola se extiende sin poder hacer nada", y por desgracia hemos traído a dos enfermos arriesgando la salud de todos los europeos

La opinión pública está dividida entre los que creen que se había de traer, y los que ven el peligro de esta decisión. Tanto unos como otros están rezando porque todo acabe bien, el problema es que si se dispara una epidemia en España todos padeceremos las consecuencias; pero si afortunadamente no pasa nada estos irresponsables se llenarán de medallas y menospreciarán el peligro que su insensatez nos ha hecho correr.