Un nuevo reporte publicado por el Observatorio Venezolano de la violencia (OVV) demuestra la grave crisis en delitos y crímenes que azota al país sudamericano.

Las bandas criminales venezolanas ya no reclutan a jóvenes ofreciendo formas de ganar dinero fácil para así comprar ropa o el ultimo dispositivo tecnológico, ofrecen cestas de comida, en las calles de Venezuela, caminar con una bolsa de comida puede atraer la misma cantidad de ladrones que una billetera.

El grave desabastecimiento de comida en Venezuela ha iniciado un cambio en la naturaleza de los delitos perpetrados en el país, incrementando lo que llaman “crímenes de hambre”, convirtiendo así a la comida como un objeto de valor deseado por muchos.

El director del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) Roberto Briceño León, establece que “esto es nuevo fenómeno que nunca habíamos tenido en el país, crímenes cometidos debido al hambre”. En el país con tres ciudades en el top 10 de las ciudades más peligrosas del mundo y que cuenta con las tasas de crímenes violentos más altas del mundo, las bandas criminales han comenzado a utilizar comida para reclutar niños y adolescentes en el país.

Datos preocupantes en Venezuela

En su último reporte, la OVV expresa que las bandas han tomado ventaja de las dificultades que atraviesan numerosas familias en al país para así crecer en números. “Las técnicas de reclutamiento, la carnada que en un pasado era moda u objetos de lujo, ha sido remplazado con la oferta de alimentos básicos”, establece el reporte publicado esta semana.

Así mismo añade que así es como “las bandas criminales han ganado terreno en conquistar a miles de jóvenes que se han unido a la violencia y cuyo destino resulta en muerte, prisión y frustración de tantos sueños y esperanzas forjados por sus familias y comunidades”. La información suministrada por el OVV muestra que 75% de los individuos que fallecen debido a la violencia criminal son menores de 30 años, y que el mismo porcentaje de los homicidas son menores de 29 años.

Venezuela es el país con las mayores reservas petroleras del mundo, y aun así se encuentra sufriendo la peor crisis de su historia, resultado de las políticas fallidas impuestas por los regímenes socialistas de Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro.

Los niños mueren de desnutrición en Venezuela y el gobierno no lo admite

Un reportaje del New York Times publicado hace pocas semanas ha demostrado las diversas dificultades que atraviesan las familias de bajos recursos en Venezuela por la falta de alimentos básicos y de medicamentos, resultando en un incremento repentino de la tasa de mortalidad infantil en el país.

“Los niños llegan en condiciones precarias de desnutrición” establece el Dr. Huniades Urbina Medina, presidente de la Sociedad Venezolana de Pediatría. El añade que muchos doctores han presenciado el tipo de desnutrición extrema que se observa en campos de refugiados, casos altamente inusuales en el país petrolero antes de que su economía se desplomará al suelo.

Para muchas familias de bajos recursos, la crisis ha cambiado por completo el panorama social. Los padres pasan días sin comer, perdiendo peso a niveles preocupantes. Se observan mujeres haciendo fila en clínicas de esterilización para evitar tener niños que no pueden alimentar. Jóvenes se van de casa y se unen a bandas criminales para encontrar alimentos, sus cuerpos marcados de cicatrices de peleas con sus competidores.

Multitudes acechan los basureros de restaurantes cuando cierran, los bebes mueren porque sus madres no encuentran leche de fórmula, incluso dentro de los mismos hospitales.

Sin embargo, el gobierno se ha tomado la tarea de ignorar esta crisis, tildándola de falsa y que es producto de una guerra económica y conspiración para acabar con el regimen de Maduro, pero la realidad es otra completamente.

“A veces mueren en tus brazos solo de deshidratación”, expresa la Dra. Milagros Hernandos en un hospital de niños en la ciudad de Barquisimeto, notando que el hospital ha visto un incremento en la malnutrición a finales del 2016. Todo esto resulta en que los contenidos de una bolsa de supermercado o farmacia sean más valiosos que los de una cartera o billetera, esa es la Venezuela de hoy.