Francia y París, la eterna capital de las luces. Nadie puede separar la una de la otra y la gente se maravilla con sólo escuchar hablar de ese Universo tan particular que es el de los franceses. Para muchos mencionar a Francia significa hacer alusión a otro mundo, casi irreal. Los turistas viajan a Francia, invaden Paris como reporteros buscando la más mínima foto pero pasan de largo ante los pobres que duermen tirados en las calles, buscan la belleza de la que presumir y cierran los ojos ante la realidad.

Las Navidades en París con un aumento de los pobres

Días de fiestas en Francia. Navidades en París al compás de luces y derroches de compras y otro tanto de comida. La gente corre de un lado para otro y los mendigos se amontonan en las aceras, en el Metro, en los portales de los comercios. La gente de "bien" celebra el nacimiento de Jesús pero ante tanto materialismo se aleja de ese Cristo humilde, el de los pies casi descalzos. Son ellos, los pobres, los que se encuentran más cerca de Jesús y sin embargo el protagonismo se lo lleva lo descomunal, el derroche.

El articulo once de la Constitución de mil novecientos cuarenta y seis señala que "la Nación garantiza a todos, en especial al niño, a la madre y al anciano, la protección de la salud, la seguridad material y el bienestar..", nada, o muy poco, se ve en Francia referente a estos puntos.

Los pobres aumentan sin esperanza de que la situación mejore.

Desde el dos mil ocho la miseria esta más vigente en Francia. Los mendigos, los llamados "sin domicilio fijo" sobreviven y mueren en las calles ante la indiferencia de muchos y el desespero de otros que ven en esto un símbolo de la total decadencia de una sociedad que se va a pique.

Los Derechos Humanos se han convertido en selectivos,quizás. Los derechos los tienen aquellos que no necesitan más porque poseen casi todo y poseen, además, el poder de abandonar a los que están abajo

La población pobre tiene menos de treinta años

En Francia la mitad de la población pobre tiene menos de treinta años, Un tercio de esa población son niños.

Niños pobres. Hijos de padres pobres, familias con escasa economía que pueden ser obreros o parados, el resultado es el mismo: la miseria. Niños y adolescentes que viven en la humillación creada por aquellos que se sitúan en una escala de cierta superioridad.Arrogantes que se encargan de recordarles que la riqueza es la mayor fuerza del Universo.

Francia y sus bellezas cuenta con esos jubilados que no llegan a vivir correctamente, que no pueden beneficiar de servicios médicos como el dentista o el oculista por falta de medios económicos. Obreros con muy bajos salarios y que se ven obligados a vivir en el auto porque no pueden pagar el alquiler de una vivienda decente. La miserable existencia que lleva a esa población desesperada a los sitios sociales en busca de un plato de comida y de un poco de calor.

Este invierno, estas Navidades verán morir a muchos mendigos en la capital francesa y en todas las ciudades del país. Seres humanos que no interesan a nadie, que son invisibles ante los ojos de los turistas y que ninguna cámara fotográfica consigue captar.